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La muerte de un rey

Por Candreu
La muerte de un reyEsta semana se nos ha ido Adolfo Suarez. La verdad es que los actos que han rodeado su capilla ardiente, su funeral y su entierro me han sorprendido. Quizá desde el entierro de D. Juan de Borbón no veía un funeral de estado como este. He visto algunas fotos de la carroza trasladando el féretro del primer presidente de la democracia por la carrera de San Jerónimo y me he acordado del entierro de Alejandro Magno.
Cuentan que estando cerca de la muerte, Alejandro convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:
- Que su ataúd fuese llevado a hombros y transportado por los médicos que le atendían.
- Que los tesoros que había conquistado (oro, plata...) fueran esparcidos por el camino hasta su tumba.
- Que le enterraran con las manos fuera del ataúd a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan extrañas peticiones le rogó que le explicará por qué solicita eso, a lo que Alejandro respondió:
- Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así demostrar que ellos no tienen el poder de curar la muerte.
- Quiero que el suelo se cubra con mis tesoros para así demostrar que los bienes materiales que se conquistan en este mundo, quedan en este mundo.
- Quiero que mis manos salgan del ataúd para que todos puedan entender que venimos con las manos vacías y con las manos vacías nos vamos al otro mundo.
Y es que el tiempo es la materia prima de la que está hecha la vida. Cuando entregamos algo de tiempo a una persona, es algo que nunca podemos recuperar. Es el mejor regalo que le podemos dar a alguien. No dejemos de disfrutar cada uno de los instantes que pasamos con la gente a la que queremos.

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