Vale. Después de las muchas horas de placer lector que me ha proporcionado su autor, La muerte del comendador me ha decepcionado bastante, así que no voy a detenerme mucho en este espinoso asunto, porque Murakami ha sostenido durante muchos años tanto mis ganas de leer como de correr.
Fácil de leer sí, pero parece uno de tantos. Comienza bien hasta la mitad del primer libro, luego se pierde en una especie de vueltas sobre sí mismo para llegar -me parece- a ninguna parte. Los elementos extraños e incomprensibles de la realidad que hacen mágicos sus otros relatos se vuelven aquí increíbles y hasta un tanto ridículos.
Pasamos de puntillas. A este paso está dificultando que le den el Nobel...