Dicho esto, lo que llama más la atención es la calidad literaria de ambas obras. Como en un movimiento apotropaico (llevado a lo literario), el hablar de la muerte de la literatura parece implicar un redoble de los esfuerzos por salvarla de la extinción. Alguien podría pensar que se trata de algo propio del canto del cisne, más hermoso cuanto más próximo a la agonía. No es mi caso. Creo que conviene traer muy a propósito la teoría del ‘suplemento’, expuesta por Derrida en su De la gramatología. Allí elabora dicha teoría al hilo de la lectura de Rousseau. Derrida llega a la conclusión de que el origen (ideológico, estético, moral) siempre está desplazado y que no puede hacer otra cosa en su mostración que suplementarse. Suplemento es precisamente la palabra que usa Rousseau para referirse al acto masturbatorio (uno desearía siempre amar a una mujer hermosa, pero en su defecto, ya saben…).
Rousseau prioriza el habla frente a la escritura, y a ello dedica sus Confesiones, cree en la bondad de la naturaleza pero sin embargo escribe el Emilio para justificar un tipo de ‘educación natural’. Pues bien, volviendo al asunto inicial, mi tesis es que la literatura siempre ha estado al borde de la desaparición o, dicho de otra manera, que su aparición tiene lugar siempre aneja a un vacío que amenaza con atraparla. Pero, me adelanto a la posible pregunta, ¿de qué sería suplemento la literatura? Yo diría que la literatura es precisamente el suplemento del propio lenguaje, es decir, el lenguaje-buscando-su-origen-y-diciendo-su-imposibilidad-de-decirlo (perdonen el heideggerianismo). Los lenguajes periodísticos o científicos no requieren suplemento (de manera explícita cifran su origen en la actualidad o en algún aspecto de la naturaleza), todo lo contrario del lenguaje literario que se sustenta sobre un origen indescifrable que es a un tiempo la amenaza de su desaparición. La amenaza de lo literario proviene de lo alingüístico, de lo asignificante. Para decir este sin sentido y al mismo tiempo exorcizarlo, para eso usamos las palabras.