Shiyong tiene su pequeño cementerio, donde entierran a sus muertos tras la conversión al cristianismo. Pero no siempre fue así, antes tenían sus propias formas de lidiar con la muerte.
Los konyaks, antes de la conversión no tenían dioses ni veneraban a ningún ser en especial. Su cultura era la del los espíritus, la de la otra vida, no una vida eterna en el paraíso o en el infierno, sino un mundo de espíritus separado del de los vivos. Y de ahí todos los rituales chamanísticos y su manera de lidiar con la muerte.
Cuando una persona moría, se le enrollaba en una tela hecha de bambú y se le colgaba de un árbol a las afueras del pueblo, para que los animales del campo, pájaros, bacterias, se lo coman hasta que sólo queden los huesos. Y esos huesos eran depositados en un lugar especial también en el campo con sus pertenencias. Ya que no existe el testamento en esta sociedad, te llevas a la tumba todas tus pertenencias, no vayas a quedarte con algo y vuelva el espíritu a por ello…
Pero desde la llegada del cristianismo, esta práctica a terminado y ahora a los muertos se les entierra. Las tumbas están hechas de bambú pero encima de ellas hay unas pequeñas chozas con cubos de plástico donde se meten todas las pertenencias del difunto. Así, aun no manteniendo sus costumbres tal como eran, hacen una mezcla entre el cristianismos y sus prácticas ancestrales de lo más interesante.
Espero que no haya dado mucho “yuyu” esta entrada!
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