Revista Opinión

La mujer como objeto de mercado, inmersión y evasión del feminismo moderno

Publicado el 28 febrero 2020 por Carlosgu82

En los últimos 3000 años el hombre ha ocasionado más de 5000 guerras por todo el mundo, conflictos provocados y ejecutados por el hombre, algo bastante común conociendo el historial bélico registrado por el ser humano desde que se tiene conocimiento de su existencia en las primeras civilizaciones gracias a la escritura de las actividades pasadas realizadas por los hombres pero, es aquí donde entra la primera salvedad y es que precisamente por casos similares a este es necesario y casi que obligatorio la separación de los géneros; masculino y femenino de la generalidad -Hombres- primer gran error humano, y es que pensando de nuevo en el postulado anterior, han sido verdaderamente los hombres de género masculino los que han llevado a la humanidad al borde de la extinción más veces de las consideradas necesarias con su actuar hostil hacia otros seres humanos, en cambio a la mujer no se le ha dado la oportunidad histórica ni de eso, conflictos étnicos, raciales, de discriminación, de jerarquías, de supremacías, de expansión, de ego, económicos, políticos causas y efectos de los pensamientos del hombre masculino, es inevitable señalar lo complejo que resulta pensar en una general, gobernadora, ministra, presidenta o reina que haya sido la causante de un conflicto de escalas proporcionales a las de Filipo de Macedonia, Julio Cesar, Napoleón Bonaparte, Germánico, Hernán Cortez, Hitler, Mussolini, Hiro Hito, Alejandro Magno, Gengis Kan, Carlo Magno evidentemente las comparaciones estarían fuera de lugar, seguramente algunos catedráticos insistirán en señalar las obvias excepciones que existe en todas tesis, pero que por eso no la hace estar equivocada, que una mujer resalte o se revele a su sistema de opresión no niega que exista dicho sistema, más bien esa contraposición lo hace más evidente y solidifica los argumentos de que están siendo oprimidas, encubiertas y olvidadas, que llame tanto la atención una mujer que haya ocasionado semejantes cambios históricos, incluso sin la ambivalencia ética sobre sus acciones, es una clara evidencia de que está siendo renegadas e infravaloradas.

Se podría pensar que al realizar una separación de género en la historia humana entonces las mujeres quedarían excluidas de igual forma de muchos de los avances históricos, cada aporte en las diferentes disciplinas de estudios que hoy conocemos al ser despojada de la generalidad -Hombres- el grupo de mujeres al que quedaría limitado como centro y no periferia sería en porcentaje insignificante. Se podría pensar también que esta separación se convertiría en un asunto de supremacía, jerarquía, racismo o discriminación, en donde se pretende convertir a la mujer en un dominador, o que la idea de separación/estratificación es la que en un principio ocasiono el histórico patriarcado del que ahora se abordaran algunas consideraciones, pero entonces; como se retribuye el trabajo de figuras como Dora Maar, Emilia Pardo Bazán, Lou Andreas Salomé, Camille Claudel, Hannah Arendt, Leonora Carrintong, Frida Kahlo, Rosa de Luxemburgo, Simone de Beauvoir, Clara Schuman, Claude Cahun, Artemisia Gentileschi, O`Keeffe, Lempicka, Marie Curie, Virginia Woolf, personajes de los que se hablara más a detalle pero que muchos de sus grandes aportes se le conceden entendiendo que se rodearon de hombres masculinos aún más grandes que ellas y que por consecuencia ellas se “contagiaron” de cierta lucidez y brillantes.

No es un asunto racial, discriminatorio, banal ni de dominación es más un asunto de dignificación, porque las dimensiones conceptuales y epistemológicas desde las cuales se obtiene el concretismo etimológico de la -mujer- no existe en tanto definición del termino inamovible y originario, más allá de un asunto biológico, mientras que el hombre masculino con su occidentalismo inoculado incluso ha creado su propio Dios edificado a su imagen y semejanza, se ha permitido más de 5000 años de filosofía prioritariamente (porque no es un asunto de “algunas” excepcionalidades) en donde se ha pensado casi desde cualquier horizonte epistemológico posible, al menos desde el mundo occidental y considerando el sin fin de posturas donde se busca sustentar al hombre como eje, como principio y fin, como semejante a un “Papá Dios” con más cualidades femeninas que masculinas y de las cuales se hablara más adelante, se busca fundamentar a un hombre masculino todopoderoso, un superhombre Nietzscheano y que ya fue posicionado como el fin a alcanzar, por la racionalidad moderna de la Europa totalitarista patriarcal. Sin embargo uno de los grandes problemas de nuestras instituciones latinoamericanas siempre ha sido la de encontrar en un ser eso mismo que critica a la exterioridad, hacerse de los mecanismo que se consideran inapropiados estandarizarlos y fetichizarlos a tal grado que quien critica, lo criticado y la solución terminan llamándose igual, y lo maximizan.

En la estructura del discurso ontológico-pragmático de esa misma racionalidad moderna se buscó siempre la yuxtaposición del carácter hombre masculino, es como si de no ser por la facultad que tiene la mujer para procrear –“garantizar” la prosecución de la especie- y ofrecer placer sexual –satisfacer las “necesidades” al hombre masculino- fuese sido exterminada tal cual Neanderthal hace millones de años por no ser reconocida como una igual “Sapiens” sino, como un ser inferior y más débil que él. Desde esta posición en primera instancia la mujer queda reducida a una condición de objeto, solo con el valor que su utilitarismo le otorgue, renegada y subsumida al hombre masculino. Justo aquí entra una de las categorías más importante que debe ser estudiada en la contemporaneidad; -La mujer como un ser impensado- para justificar este hipótesis hay que tomar en consideración que la mujer se convirtió en un ser forzado a no pensarse, sino alienada a ser el resultado de un pensamiento patriarcal externo, que en la historia humana en donde el hombre masculino prevalece como protagonista la aparición de la mujer está condicionada a pensarse como ausencia o vacío, hasta llegar al punto de implantar el pensamiento machista en la mujer y ella misma justifique su exclusión de la historia de la humanidad.

En épocas más contemporáneas en lugar de ir disminuyendo tan arcaicas concepciones, sucede un fenómeno distinto y es que se encubre, se fetichiza la asignación de funciones por parte del hombre a la mujer renegándola, y delegándole el propósito de –ser- a partir de lo que se le dice y permite -ser- es una posición a la que se ha visto coaccionada a alienarse históricamente desapareciendo su carácter de transversalidad en épocas multifactorialmente machistas y patriarcales.

Es imperante la necesidad transdisciplinaria y pluricategorial desde la cual se piense a la mujer histórica y la deconstrucción del aparato de ideologización y dominación en la que se ha visto victima desde el inicio de los siglos, es el mayor sistema de esclavismo en la historia humana, el cual se justifica y no se piensa tanto el tratamiento misógino que ha perpetrado en su ser desde una perspectiva de implantación de rol, de asignación de carácter, de demandas en base a su utilitarismo, negando su posición histórica redimiéndola y restringiéndola, limitándola y despojándola de su alteridad y subjetividad hasta cosificarla y volverla un objeto sin más valor del que necesita para evitar sublevaciones, y esto en los siglos más recientes, porque mientras más antiguo es el estudio analítico y crítico de la posición de la mujer más elementos iremos encontrando que muestre un sistema de dominación más evidente y que menos se esfuerce en encubrirse, es el dominio del hombre simplemente por nacer hombre masculino y donde se obliga a la mujer a ser el residuo de las proezas masculinas, las periferia de un proceso histórico que se ha dado y se mantiene.


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