Revista Cultura y Ocio

La mujer de blanco, de Wilkie Collins

Publicado el 15 diciembre 2014 por Oly
La mujer de blanco, de Wilkie Collins
Hacía muchísimo tiempo que tenía ganas de leer algo de Wilkie Collins, ya fuera La piedra lunar, Sin nombre, Basil, La pobre señorita Finch, o cualquier otro de su extensa bibliografía. Sin embargo me decidí por La mujer de blanco -habitualmente traducido como La dama de blanco- precisamente porque es, según tengo entendido, su obra más conocida junto con La piedra lunar. Y después de leerlo tengo que decir que no podría haber elegido mejor. Se trata de una de mis mejores lecturas de lo que va de año, por no decir la número uno. Ha conseguido engancharme desde la primera página y tenerme pegada a él hasta la última. Para aquellas personas que tengan ciertas reticencias, por las causas que sean, a leer clásicos, creo que éste puede ser una muy buena opción para comenzar. El lenguaje es adecuado a la época, obviamente, ya que se trata de una obra victoriana, pero Wilkie Collins posee un estilo muy ágil y sencillo, bastante descriptivo pero para nada florido. En ningún momento se hace pesado, y eso teniendo en cuenta que nos encontramos con una obra de más de ochocientas páginas. 

La mujer de blanco comienza con el encuentro fortuito entre el profesor de dibujo Walter Hartright y una desconocida mujer vestida de blanco. Este hecho supondrá el inicio de uno de los principales misterios del libro y desencadenante de todo lo que ocurrirá posteriormente. Walter se trasladará poco después a Limmeridge House, en Cumberland, para dar clases a dos hermanas: Marian Halcombe y Laura Fairlie. De esta última se enamorará perdidamente desde el primer momento, sin embargo es una relación que no tiene futuro; ambos pertenecen a clases sociales muy diferentes, y, mas importante aún, ella ya está prometida desde hace años, a petición de su difunto padre, con Sir Percival Glyde. Aquí es cuando comienza la segunda trama del libro, con el matrimonio de Laura. Desde un principio resultará tormentoso, ya no sólo por tratarse de una unión no deseada, sino por el descubrimiento de la verdadera naturaleza del baronet y sus intenciones ocultas. Tanto Marian como Laura se verán en una difícil situación, sin nadie que las ayude ni escapatoria posible, intentan desenmascarar a Percival y la conspiración que tiene lugar en su propia casa. Y es que éste no será el único antagonista de la obra, sino que estará acompañado del enigmático conde italiano Fosco, personaje fascinante donde los haya. Así pues, nos encontramos con ambos misterios, por un lado la extraña mujer de blanco que parece tener un importante papel en las vidas de todos ellos, y por otro la maquinación de Percival y Fosco. Ambas intrigas irán entrelazándose durante todo el libro, consiguiendo que el lector esté constantemente en tensión y atento a los continuos descubrimientos y giros de la trama. A esto hay que añadir la historia romántica de Walter y Laura. Todos tienen un papel y personalidades muy definidas; Walter es el héroe romántico, el hombre integro y bondadoso que antepondrá el honor a sus deseos, y que acudirá en ayuda de la damisela, véase Laura, en cuanto ella lo necesita. Por otro lado tenemos a Laura, como ya he dicho es el personaje femenino y delicado de la novela, toda la trama gira en torno suyo pero no tiene una participación demasiado activa, la conocemos más por la visión que otros tienen de ella. Y quedan dos personajes fundamentales; Marian Halcombe, totalmente opuesta a su hermana, es una mujer fuerte, decidida, inteligente, que no se deja manipular por nadie, es descrita con una personalidad parecida a la de un hombre, ya que las mujeres no pueden ni deben poseer y mostrar esa fuerza de carácter. Gracias a ella descubrimos la verdadera cara del conde Fosco, toda una contradicción en sí mismo; alegre, sentimental, bondadoso y extravagante, llega a seducir a todas las personas a las que conoce con su carisma, el cual esconde una mente retorcida, sumamente inteligente y maquiavélica. Es capaz de cautivar al propio lector, conocedor de su verdadera naturaleza, sin esfuerzo. Podemos encontrar muchos otros personajes, pero todos ellos tienen papeles mucho más secundarios, aunque no por ello menos interesantes, como es el caso del tío de Laura, un hombre con unos terribles nervios, que superan incluso a los de la señora Bennet -Orgullo y prejuicio-. Sin duda pone el toque de humor a la historia. En general se tratan de un conjunto de personajes para mí inolvidables, de esos que recuerdas con cariño pasado el tiempo.  

Algo que me parece es obligatorio mencionar es que Wilkie Collins es considerado el precursor de la novela de suspense y misterio actual, anterior incluso a Arthur Conan Doyle y su célebre Sherlock Holmes. Los personajes, sobre todo Walter, va recabando datos como si de un detective o policía se tratase. Es obvio que el género ha evolucionado muchísimo en este tiempo y que La mujer de blanco es un libro con mucha menos acción que los libros de suspense modernos, sin embargo es una novela que ha envejecido muy bien. El desarrollo, así como la conclusión, no resulta insatisfactorio para el lector avezado de hoy en día. Es más, creo que supone un aliciente de lo más interesante ir viendo cómo evoluciona este misterio en la sociedad de la época, con sus costumbres, carencias y limitaciones en los asuntos de esta índole. Un ejemplo de ello es la poca maniobra legal de la que disponen los personajes en algunos momentos, llegando a resultar desesperante la situación en la que se encuentran Laura y Marian. Otro punto a destacar es que fue publicada, como muchas otras novelas de la época, por entregas, algo que se nota en algunos momentos por los abundantes cliffhangers al final de algunos capítulos y la estructura de la obra, dividida en varias partes bien diferenciadas. Eso sí, no resulta molesto en ningún momento ni entorpece la lectura, mas bien todo lo contrario. Se considera también una novela epistolar, aunque de una forma especial; está compuesto por varias partes, cada una de ellas narradas por diferentes personajes, los cuales van dejando testimonio de sus vivencias tal y como las recuerdan, ni más ni menos, para que así el lector pueda ir encajando las piezas y conociendo los sucesos de la forma más fidedigna posible. Como digo, en algunos momento nos encontramos con cartas, otras con diarios, confesiones, y declaraciones que prueban la veracidad de los hechos llegado el momento. Eso sí, en ocasiones te llegas a olvidar que pertenece al género epistolar porque un mismo narrador puede pasarse cientos de páginas dejando constancia de lo que va ocurriendo o de lo que ya ha ocurrido. Algo que me ha resultado curioso, y no sé si el autor lo hace de forma deliberada o inconscientemente, es la aparente crítica social de la situación de la mujer en la época. La mayoría, ya sea Laura, Marian, otros personajes secundarios o incluso la propia mujer de blanco, se ven indefensas ante el poder del sexo masculino, la obediencia como esposas y la sociedad en sí. En La mujer de blanco vemos la lucha contra las injusticias a las que se ven sometidas.

En conclusión, porque creo que me he ido bastante por las ramas sin llegar a expresar mi verdadero entusiasmo por la obra, nos hallamos ante un libro para mí magnífico, con uno personajes entrañables y una historia de misterio e intriga totalmente adictiva enmarcada en la época victoriana. Sin duda volveré a leer muy pronto algo más del autor -seguramente La piedra lunar-, el cual ha pasado con tan sólo una novela a la lista de mis favoritos.

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·Editorial: Alianza, colección 20/13
·Publicación: 2014
·Precio: 12,90€
·ISBN: 9788420689746
·Páginas: 826
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