Revista Diario

La mujer de lengua afilada

Por Jmsalas @drjmsalas

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Entró en la consulta de urgencias como algunas otras noches, abrigada por su hija.
Un poco pasada en kilos y en años, con múltiples quejas sin nexo alguno.
Era de lengua grande y taquicárdica voz. No le importaba la hora necesitaba ir al médico.
A el galeno no parecía llamarle mucho la atención los cuentos de su paciente ni el interés que mostraba su hija. Y así cuando terminó de escucharla, la miró fijamente a los ojos y le exclamó que le dijera el verdadero porqué de su visita. En la madrugada los rodeos no suelen ser el mejor camino.
Tras varios cruces de miradas y un eterno silencio. La anciana señora de lengua afilada, confesó su verdadero motivo de consulta. Una nueva disputa con su hija era el origen de sus múltiples males. Y es que la conciencia a veces no nos da tregua. Y hay palabras punzo-cortantes que liberamos en el calor de un enfrentamiento y luego nos cuesta olvidar.
La manipulación no estaba de suerte esta noche, y los medicamentos no quisieron ser partícipes de esta fiesta.
La hija y la mujer, se confesaron, rieron y terminaron cantando canciones religiosas en la consulta. Este médico hace ya tiempo que se alejó de una actitud conservadora en la medicina.
Finalmente las mujeres marcharon de la mano, un poco mejor de lo que entraron.

A veces los ojos de nuestros pacientes nos cuentan lo que su boca calla.
A veces los sentimientos no necesitan ser medicalizados sino expresados.
Siempre somos algo más que páginas de un libro de urgencias.
Somos ojos, somos oídos, somos un abrazo, somos profesionales de la salud.

Colorín colorado esta breve historia se ha acabado.

J.M. Salas – [Con Tinta de Médico – Diario de un Médico de Urgencias adicto a la noche].


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