Revista Cultura y Ocio

La mujer del César

Por Manu Perez @revistadehisto

La mujer del César

Tiempo de lectura: 5 minutos

En ocasiones, quizá más de las que quisiéramos, nos sorprendemos recordando una frase a un amigo, a una compañera de trabajo o incluso al camarero que nos sirve la penúltima copa.

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La sentencia, archiconocida, nos transporta a la Roma clásica:

la mujer del César no sólo tiene que ser casta, sino también parecerlo.

La mujer del César

Podemos recitar la frase en tono crítico o como consejo bienintencionado pero, en cualquier caso, nuestro interlocutor será consciente de que, generalmente, no nos estaremos refiriendo a los aspectos pudorosos del comportamiento humano: el aforismo aconseja evitar conductas equívocas que puedan poner en duda la integridad de la persona, independientemente de su sexo, en cualquier aspecto de la vida.

Pero, ¿de dónde procede la frase, que tanta fortuna ha hecho entre nosotros? No hay que ser especialmente avispado para detectar su origen romano. En concreto se atribuye a uno de los personajes históricos más populares: el político, militar y escritor Cayo Julio César.

Julio César estuvo casado en tres o cuatro ocasiones. Algunos eruditos, desmenuzando los textos de Suetonio y Plutarco, consideran que su primer vínculo, con una joven llamada Cosucia, fue un matrimonio en toda regla. Otros opinan que, dada la edad de ambos, solo existiría un mero compromiso matrimonial acordado entre los padres. En cualquier caso, fueran tres o cuatro las esposas del César, trataremos de resumir los hechos más notorios de su vida conyugal, incluyendo el famoso episodio de “la mujer del César”.

César vino al mundo el 13 de julio del año 100 a.C., en el seno de una familia de noble linaje, los Julios. Pese a pertenecer a los patricios, la clase social más elevada, los Julios gozaban de escasa influencia en la vida política romana. En este contexto, el enlace matrimonial del joven César con alguna dama de familia poderosa supondría  un eficaz medio de ascenso en el estatus social.

El amor solía brillar por su ausencia en estos matrimonios interesados, básicamente orientados a procrear herederos a mayor gloria del linaje. Siguiendo esta práctica, los padres de César concertaron su boda con Cosucia, moza de familia plebeya aunque adinerada, que contribuiría a incrementar el patrimonio familiar con una generosa dote.

La repentina muerte del padre de César dio al traste con estos planes. De la noche a la mañana, a los quince años, César se convirtió en el paterfamilias, rompió el compromiso con Cosucia y, con buen criterio, eligió como esposa a Cornelia, de familia patricia y además hija del cónsul Cinna, un inmejorable partido.

Es probable que, aparte del componente político, reinara el amor entre César y Cornelia. Prueba de ello fue el enfrentamiento de César al dictador Sila, que le ordenó repudiar a Cornelia para casarse con una mujer de su familia. César se negó a cumplir la orden y tuvo que huir de Roma ante el riesgo de ser arrestado y, probablemente, ejecutado. Solo las influencias de Aurelia, madre de César, lograron el indulto de Sila y propiciaron su retorno. El perseverante César se salió con la suya y mantuvo su matrimonio con Cornelia.

Fallecida Cornelia, su segunda (o tercera) esposa fue una parienta del dictador Sila, su nieta Pompeya, con la que se casó el año 67 a.C. Apenas llevaban cinco años casados cuando tuvo lugar un  acontecimiento que escandalizó a la sociedad romana.

Cada año, en casa de algún magistrado superior, se celebraba el festival de la Bona Dea, diosa de las mujeres y la fertilidad. En el 62 a.C. se oficiaba en la residencia de César. Ningún hombre podía asistir ya que los ritos y celebraciones eran llevados a cabo exclusivamente por mujeres. Un patricio, Publio Clodio Pulcro, sujeto bastante desahogado, pensó que el festival le brindaba una buena ocasión para rondar a Pompeya. Ni corto ni perezoso y convenientemente disfrazado de mujer, se coló en la fiesta. Descubierto por una esclava y debidamente identificado, su fuga no le libró de ser posteriormente juzgado, acusado de sacrilegio.

César, como consecuencia de este escándalo, se divorció de Pompeya. En el proceso contra Clodio se negó a testificar contra él, alegando no tener conocimiento directo de los hechos por no hallarse en la casa. Cuando le preguntaron por qué motivo repudiaba a su esposa, respondió con la frase

“es necesario que los míos estén tan exentos de sospecha como de delito”,

cita que ha llegado a nuestros días como

“la mujer del César no solo debe ser casta, sino además parecerlo.”

En la respuesta de César hay que tener en cuenta que Clodio estaba acusado de sacrilegio, no de adulterio. En consecuencia, César no repudiaba a Pompeya por adúltera, sino por la sospecha de que hubiera podido colaborar con Clodio en la perpetración del sacrilegio. En este episodio, César exhibió su mano izquierda, aprovechando la ocasión para matar dos pájaros de un tiro: se deshacía de Pompeya, consciente de que este matrimonio ya no le convenía, y evitaba enemistarse con Clodio, personaje influyente que le podía ser de utilidad en el futuro. Clodio fue finalmente absuelto gracias a sus sobornos al jurado.

La última de las esposas de Julio César fue Calpurnia, hija de Lucio Calpurnio Pisón. La boda se celebró el año 59 a.C., y a pesar de ser un matrimonio político, la armonía reinó en la pareja en los breves periodos de convivencia, ya que César pasaba la mayor parte del tiempo enzarzado en sus campañas militares.

Calpurnia, veinte años menor que César, fue protagonista de lo que hoy definiríamos como un fenómeno paranormal: tuvo un sueño premonitorio en el que sostenía a su marido, ensangrentado, entre sus brazos. Alarmada, intentó convencer a César para que permaneciera en casa y no asistiera a la sesión del Senado. Pese a su insistencia, no logró convencerlo. Eran los idus de marzo del año 44 a.C. El resto ya es otra historia…

Autor: Enrique Aparicio Hernández para revistadehistoria.es

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Bibliografía:

OPPERMANN, HANS: Julio César. Salvat Editores, S.A. Barcelona, 1988.

GOLDSWORTHY, ADRIAN: César. La Esfera De Los Libros, S.L. Madrid, 2007

Fuentes electrónicas:

PLUTARCO: Vidas Paralelas Tomo V, Gayo Julio César. Recuperado el 31 de mayo de 2019 de:

https://www.imperivm.org/cont/textos/txt/plutarco_vidas-paralelas-tv-cesar.html

CASCÓN DORADO, ANTONIO: La historia de Roma en la fraseología castellana. Epos.

Revista de filología. UNED. Nº 24, 2008. Recuperado el 02 de junio de 2019 de:

http://e-spacio.uned.es/fez/eserv.php?pid=bibliuned:Epos-2008-24-5010&dsID=Documento.pdf

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