Revista Cultura y Ocio

La mujer que no bajó del avión. Empar Fernández

Publicado el 03 marzo 2014 por Revista PrÓtesis @RevistaPROTESIS
Voces que nos hablan de desencanto y fatalidad. El deteriorado ambiente urbano

La mujer que no bajó del avión. Empar Fernández

Pocos elementos, muy buen pulso


Con pocos elementos y muy buen pulso, Empar Fernández trenza un thriller que se adentra en la culpabilidad. De hecho, la sencillez de la trama y el argumento sirven para reforzar esa misma culpabilidad, algo que de una u otra manera, pesa de manera obsesiva sobre las conciencias de los implicados en esta triste historia.
Alejandro Bernal es un tipo gris y con mala suerte —una mala suerte ganada a pulso, como veremos, por su enfermiza pasividad—. Cuando vuelve de un viaje a Roma, se lleva una consigo una maleta que no es suya. Se la lleva porque nadie la ha recogido en la cinta transportadora, pensando que algo habrá de valor ahí dentro. Y nadie la ha recogido porque su propietaria no ha bajado del avión... Dentro está el manuscrito de las memorias de su propietaria, un texto que obsesionará a Alejandro y que, por acción u omisión, le llevará a implicarse, aunque sea por una vez en la vida...
cercanía y verosimilitud
De forma culta y a la vez muy accesible, recreando con eficacia el deteriorado ambiente urbano, Empar Fernández nos conduce por la corriente de conciencia de su personaje, derivando hacia el manuscrito encontrado. Las voces de los dos narradores —un hombre que se sabe culpable de hurto y puede que de más cosas y una mujer que ajusta cuentas con la vida de forma cruel— nos hablan de desencanto y fatalidad.
Siguiendo la línea de los mejores clásicos del suspense psicológico, Empar Fernández crea una novela oscura donde no importa tanto la acción, lo que está pensando, como lo que los personajes o nosotros, los lectores, pensamos que podría pasar, las amenazas imaginadas, las consecuencias futuras de nuestros actos... De esta manera teje una tela de araña en la que no hay posibilidad de escapatoria.
Si me preguntaran, diría que La mujer que no bajó del avión es una buena novela negra, así, sin dudarlo. Porque su autora confía en que la negrura no está tanto en las acciones o los escenarios como en su mirada. Definitivamente, ahí está su punto fuerte: sus protagonistas no son policías ni delincuentes profesionales, sino gente corriente a la que el destino ha llevado al límite. Nada que no pueda pasarnos a cualquiera de nosotros el día menos pensado. De ahí su cercanía y su verosimilitud. 
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José Tascón

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