Revista Cultura y Ocio

La Mujer y los símbolos femeninos en la Edad Media: Mujeres que hicieron historia.

Por Manu Perez @revistadehisto

Los hombres del medievo tendían a usar la dicotomía masculino/femenino, no sólo como símbolo de autoridad/crianza, espíritu/carne, fuerte/débil, etc. Para ellos Dios era varón y el alma se simboliza con lo femenino. Y es por ello que para los hombres medievos habían estas distinciones:

  • Los hombres recibían comidas; las mujeres hacían la comida.
  • Los hombres eran sacerdotes; las mujeres laicas.
  • Los hombres tenían autoridad por cargo u ordenación; las mujeres derivaban de la inspiración de las visitas estáticas.

Los hombres se volvían mujeres para simbolizar la fecundidad, su capacidad de concebir a Dios en su interior, según Vauchez. Esta inversión de sexos parece necesaria en una religión en cuyo núcleo se encuentra la contradicción y la Encarnación: un Dios encarnado en hombre. Las mujeres, por lo tanto, no podían ser sacerdotes porque solo los hombres simbolizaban el sacerdocio, la autoridad de Dios. Dios padre-madre.

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La Mujer y los símbolos femeninos en la Edad Media

Por otro lado, se desarrolló lamala cansó, en la que se intentaba ridiculizar a las mujeres para despertar la comicidad del público. Además de la mala cansó en la poseía provenzal, también se crearon obras didácticas en las que se describía a las mujeres con el único objetivo de defender la supremacía del varón frente a la mujer, según apunta Anna Caballé:

"[...] es un sexo envidioso, liviano, irascible, avaro, desmedido en la bebida y de vientre voraz; disfruta con la venganza, anhela siempre vencer sin miedo a crimen o engaño alguno con tal de poder vencer; por medios lícitos e ilícitos desea obtener lo que quiere y nada que sea placentero le parece ilegítimo."-Íñigo de Mendoza, clérigo de la corte de Isabel de Castilla.

Según el estudio de David Herlihy de 1983, los maridos administraban las herencias de la familia natall. Los hombres que se asaran se beneficiaría a expensas de sus esposas. La dote de la esposa establecía una relación contractual entre el nuevo marido y su suegro. La mujer debía de someterse al gobierno de su marido y carecían de autoridad para enseñar, testificar, dar aval o juzgar.

En esta época se estableció una ley sobre el matrimonio y los nuevos valores. En dicha ley venía a decir que el marido no debía de abandonar a su esposa y tampoco escapar de las obligaciones que le atribuyen. Tenían el derecho de representar a una mujer ante la ley en todo momento y en cualquier circunstancia. Pero esta ley es criticada por Francesco Barbaro, el cual condenaba el matrimonio. Francesco lo atacará en la medida en que era una institución que imponían a los hombres cargas insoportables.

Pero a pesar de todo lo que tuvo que soportar la mujer en el medievo hay que hablar de mujeres que hicieron historia. Las mujeres han realizado importantes avances en el ámbito de la historia medieval. Conviene pararse un instante en la banal aseveración acerca del importante papel que jugaron las mujeres y preguntarse qué mujeres fueron personajes significativos a finales del siglo VI y durante el VII y por qué lo fueron.

En ocasiones cierta mujer se encontraba en posición de riqueza y poder: se trataba de mujeres pertenecientes a una aristocracia basada en la tierra cuyos miembros, generalmente contraían matrimonios con personas de su misma posición. Las estructuras monásticas se habían adaptado a estructuras familiares basadas en la tierra en las que las mujeres ocupaban posiciones claves.

Dentro del monasterio una mujer podía transcender la debilidad de su sexo y volverse no tanto viril como desexualizada. Así, en los monasterios se ofrecían la misma cultura espiritual y literaria a las chicas y a los chicos. En este medio asexual, una abadesa de un monasterio podía tener una autoridad política en el mundo secular en todos los niveles, incluido el monárquico, el cual estaba monopolizado por los hombres. Aunque Ganshof "statut", subrayaba a este respecto, la incapacidad de las mujeres, a pesar de su autoridad legal en el derecho privado, para recibir o transmitir el poder real por derecho propio, ya que determinada que la monarquía era una herencia ancestral.

En este sentido, seguimos viendo las contradicciones que mencionábamos al principio de este artículo. En realidad hay que recalcar la ausencia de cualquier principio de matriarcado. La posición de la reina merovingia a finales del S. VI era un tanto ambigua, pues solo podía serlo a través de su marido. De hecho, había la costumbre de elegir como consorte a una mujer de bajo extracto social o incluso a una esclava. Todo iba relacionado con él. Dependía de la "generosidad" y la protección de su marido, y era por este motivo el que el marido prefería a una mujer por debajo de su nivel social.

La mujer de un merovingio se encontraba en una posición tan dependiente como precaria basada en la asociación personal y sexual con un marido cuyos intereses o caprichos le llevaban a buscar a una sustituta. Con frecuencia, una ex-esposa merovingia era un personaje sumamente desgraciado, en especial, si no tenía hijos o si sus hijos se peleaban con su padre o morían antes que él.

Las limitaciones a las que estaban sometidas la reina en las estructuras políticas y familiares también podían concederle, bajo ciertas circunstancias, una paradójica libertad bajo dos conceptos:

Una reina podía controlar riquezas considerables cuando el rey marchaba a la guerra. Esto podía situar a la reina en una posición de poder. Pero también podía financiar actividades políticas por su cuenta.

En cuanto a la sexualidad. La oferta inicial de servicios sexuales que la reina hacía a su marido podía servir como base de poder para conseguir lo que ella quisiera, siempre y cuando despertara su interés sexual de su marido.

Lo único cierto es que ninguna reina podía gobernar por derecho propio y tenían que ser perspicaces en sus cometidos. El único medio que tenía una reina para asegurarse su posición, ya fuera durante la vida de su marido o, especialmente, después de su muerte, era tener un hijo que sobreviviera. Una madre reina tenía indudables posibilidades de acceder a la regencia. Aunque no lo haría sola. Una vez más, debe compartir la regencia con distintos nobles de palacios denominados nodrizas masculinas.

Pero, ¿qué pasaba si no tenía descendencia o solo tenía hijas? En este sentido la cosa se complicaba. Si una reina no tenía descendencia masculina, entonces la muerte de su marido significaría su exclusión del poder.

Hablemos a continuación de dos reinas que se quedaron viudas: Brunilda y Batilde

Mujeres que hicieron historia. BRUNILDA:

Princesa visigoda criada como arriana pero que abandonó cuando se casó con Sigiberto. Es definida como mujer fuerte, de buen aspecto, inteligente que llevaba consigo una gran dote. Tras la muerte de su marido se decía que había sido Brunilda quién había mantenido el reino de su marido. Pero a pesar de ello, le privaron de la custodia de sus hijos y tuvo que exiliarse a Rouen.

Meroveo, hijo de Chilperico e hijastro de Fedegunda, la desposó. Pero Kurth se hacía la siguiente pregunta: ¿Realmente Brunilda amaba a Meroveo? Pero también hay que hacerse la pregunta a la inversa: ¿Meroveo quería a Brunilda o buscaba otros intereses? Según Ewig, las intenciones de Meroveo era tratar de acceder al trono de Sigiberto.

Childeberto alcanzó su mayoría de edad en 585 y es cuando Brunilda alcanza una posición dirigente. Prescindió de un tutor y ella misma asumió la guía de su hijo.

La reina madre pudo aplastar a sus adversarios de Austrasia, demostrando su capacidad para ejercitar las eminentes virtudes reales de premiar la lealtad. Reparar las ofensas dirigidas contra quienes se encontraban bajo su protección y vengarse de sus enemigos personales. Trató de establecer vínculos con la dinastía real en España. Se identificó con una nueva personalidad franca (Vita de Radegunda de Baudonivia).

Childeberto falleció en el 596, dejando Austrasia a Teodoberto, que por aquel entonces tenía 10 años; y Burgundia se lo dejó a Teuderico, que tenía 9 años.

Brunilda empieza entonces la fase última y más activa de su carrera como regente de los dos jóvenes reyes. Brunilda quería mantener la unión de Austrasia y burgundia con Sigiberto, el hijo mayor de Teudorico.

Pero Brunilda comete el error en el 613, como señala Ian Wood, sobrestimando los apoyos con los que contaba entre la aristocracia. Dió su primer paso en falso y lo perdió todo. Tanto que le costó la vida.

BATILDE:

Nacida en Inglaterra. Fue llevada como esclava a la Galia y comprada. Hermosa y astuta es descrita en la historiografía. Clodoveo se casó con ella. Tuvieron tres hijos: Clotario III, Teudorico III y Childerberto III.

Controlaba cierta cantidad de dinero para dar a los pobres. Tenía una fuerte posición en vida de su marido. Pero cuando éste muere todo cambia, aunque se convierte en la regente de su hijo Clotario III.

Se ha planteado que Batilde y Ebronio siguieron una política sistemática dirigente a reunificar el regnum merovingio. Ella es considerada una persona pacificadora ante todo. Pero cuando su hijo asume la mayoría de edad, Batilde pierde el poder en Austrasia. Y su éxito como reina madre se hace cada vez más precario, cuando aquellos a quienes ella había protegido con ternura se volvieron en su contra.

A pesar de que ambas fueron capaces de hacer cosas importantes a la muerte de sus maridos, lo cierto es que nunca lograron el favor de la Iglesia.

En el caso de Brunilda necesitaba aliados episcopales. Pero los obispos veían mal el fracaso del matrimonio con Teudorico y querían aceptar los hijos de éste como herederos. Y es por ello que Brunilda se enfrenta a Desiderio y a Columbano. Y es cuando se compara a Brunilda como Jezabel. Se la consideró la única responsable de la muerte del obispo lo que provocó su lapidación ya que desafió la autoridad de un Santo.

En cuanto a Batilde, a pesar de ser una Santa, cuando se hace reina es considerada malévola, impía. Eddius escribe lo siguiente de ella:

"Malvada reina Batilde, persigue a la Iglesia de Dios; que condenó a muerte a 9 obispo y uno de ello era el obispo Dalfinus".

Tanto Batilde como Brunilda fueron denominadas Jezabel porque ofendieron en el ejercicio de su poder a hombres influyentes.

Autora: Carolina Caramés Posada para revistadehistoria.es

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Bibliografía:

Vauchez, La espiritualidad del Occidente medieval (siglos VIII - XII). Cátedra Historia Menor.

Caroline Walker Bynum, La utilización masculina de los símbolos femeninos.

Alex Tojal Rojo, La mujer en la Edad Media: Religiosidad y Cultura.

Anna Caballè, Mujer y biografía

Burton y K. Stöber, Mujeres en el mundo monástico medieval

Webgrafía: https://miviaje.com/la-condicion-y-la-vida-de-las-mujeres-en-la-edad-media/

https://es.other.wiki/wiki/Brunhilda_of_Austrasia


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