‘La mula’, mezcla de dos géneros

Está bien ser original, es necesario en el mundo de la creatividad; está muy bien proponer nuevas historias con personajes diferentes, guiones inesperados, estéticas experimentales e incluso modos de contar novedosos. ‘La mula’, pese a que no contiene ingredientes de los mencionados (o al menos en los aspectos más generales, en las primeras decisiones de la realización del proyecto), logra sorprender. El ámbito en que se desarrolla lo conocemos (la guerra civil española), el desarrollo de la trama nos lo podemos imaginar, e incluso el modo de contar la historia recuerda a las maneras de Berlanga en la reconocidísima película ‘La vaquilla’, con un Mario Casas apellidado Castro, como el recién desaparecido Alfredo Landa en el clásico citado.

No es una película que pretenda abrir heridas entre los distintos bandos; más bien habla de lo innecesario y absurdo de una guerra en la que quienes pierden más son los que menos pueden ganar. El género es el dramático, pero narrado en tono de comedia. Un sentido del humor que va mucho más allá del simple acento andaluz (que lo tiene y pronunciado), pero que trata de no hacer burla del mismo, más bien son las situaciones las cómicas. Ya que hago referencia al acento, quienes hablen un castellano “de libro” igual tienen que prestar más atención al texto que quienes, como yo, hemos vivido en el sur de España durante toda nuestra vida, y es que en este trabajo se ha tratado de ser consecuente con el entorno en que se desarrolla la historia hasta el punto de captar el modo de hablar (mejor que en muchas ocasiones producciones del propio canal sur).

Como la propia naturaleza de una mula, esta cinta es una mezcla de dos especies muy distintas: la comedia a través de la cual consigue atraparnos y que prestemos atención a lo que ocurre y el drama que esconde toda guerra (la nuestra no iba a ser menos); con este cruce de sentimientos, el espectador termina pasando un rato muy divertido, y a su vez, asistiendo a una reflexión sobre la vacuidad de cualquier acontecimiento bélico. No importa a qué bando pertenezcas, de cualquier manera no tiene sentido. En este trabajo también se habla de sentimientos y cualidades, como la amistad, ¿el amor? (puede ser, pero más bien entre humano y animal), el egoísmo, el interés, la sencillez e incluso se trata a la suerte como un elemento diferenciador.

La historia tiene como protagonista a Juan Castro, un acemilero que se ve envuelto en la guerra civil sin comerlo ni beberlo. Su única pretensión es que acabe la guerra cuanto antes y pueda retomar su anterior vida, preocupándose de sus amigos (los de ambos bandos), y no de si gana uno u otro. Se encuentra una mula en el campo de batalla y sigue con ella durante todo el desarrollo de la historia, con la intención de dedicarse a su cuidado también cuando finalice el conflicto bélico; así, desarrolla una relación afectiva con el animal, que le servirá para desahogarse cuando lo necesite. Por supuesto, hay una chica, pero esta vez la relación no es una idealista historia romanticona en la que ambos quieren pero no pueden; no, en este caso se aborda un tema que pocas veces se hace en el cine español: el cómo influye el estatus económico de un chico para que, tanto la familia, como la chica, vean la posibilidad de que la relación avance y llegue a algo consistente. Dos personajes secundarios pero muy importantes en la trama son el alférez de Castro y el amigo del pueblo que se queda en el otro bando. Ambos retratan la parte más seria de esta historia y muestran la realidad de una guerra que no tiene sentido para la gente que sólo quiere vivir tranquilamente en su pueblo. Por último, el golpe de suerte que tiene el protagonista hace que, muy al estilo de  ‘Forrest Gump’, emerja un héroe de donde sólo había una persona en el momento y en el lugar apropiados.

El reparto está muy acertado, destacando sobre todo un Mario Casas hasta ahora desconocido y que el Festival de Málaga de Cine ha sabido reconocer. De los demás papeles, tanto Secun de la Rosa como María Valverde desarrollan también un buen trabajo, incluso Pepa Rus, aunque me gustaría que esta última se saliera del estereotipo que parece que no la deja escapar después de la serie ‘Aída’.

Aunque el hilo narrativo es continuo, las escenas parecen demasiado escindidas unas de otras (probablemente debido a los problemas de producción y postproducción que ha tenido), pero también es cierto que funcionan de manera independiente magníficamente. La unidad o continuidad que le falta en los aspectos más visuales o fotográficos se suplen con las actuaciones y con el gran sentido del humor que inunda toda la cinta. Sin duda, disfrutarán las personas libre de prejuicios en cuanto a color político y que quieran sumergirse en un sencillo y atractivo relato personal de la guerra civil española.