Que la música amansa las fieras no es ninguna novedad, lo venimos escuchando desde tiempos remotos, y que ahora nos digan que tocar un instrumento desde la infancia es fabuloso parece bastante obvio. Posiblemente si miramos a nuestro alrededor nos será más complicado encontrar un juguete que carezca de ella a que la lleve incorporada. Aunque alguna de éstas suene a todo menos a himno celestial.
Hace unos años cuando no me había asomado ni de lejos a la maternidad y experimentaba con el único sobrino que tenia, recuerdo como mi cuñada se ponía a temblar cada vez que se acercaban las fiestas navideñas o el cumpleaños del que era hasta la fecha el único rey de la familia:-Por favor, sin música. (Decía ella). Para al final caer resignada, porque el 70% de los regalos traía música para sus oídos. Cancioneros musicales, cuenta cuentos, baterías, tambores, órganos…, multitud de regalos que sumarían al potencial de su pequeño y le podrían hacer crecer su corteza cerebral. Esto último lo he descubierto hace una semana, pero me vendrá estupendo para defender las adquisiciones que realizamos hace año y que salen a la luz durante las reuniones familiares.
Ahora con dos hijas en la mochila, he llegado a entenderla, casi todos los juguetes vienen acompañados de música y cuando se ponen en marcha más de uno a la vez, la verdad es que no se suman como si de un bello concierto se tratara sino que abruman con el estruendo perpetuo y el chicharreo de sus teclas. Tendremos que optar por disolver las masas y disfrutar de ellos en solitario si no queremos terminar más locos de lo que estamos.
Al margen de esta referencia anecdótica sobre los juguetes que nos puede permitir acercar y potenciar el gusto por la música de los más pequeños, hoy conocemos que según un estudio de la Escuela Médica de la Universidad de Vermont (EEUU), el entrenamiento musical también ayuda a los pequeños a centrar su atención, a controlar sus emociones y a disminuir su ansiedad. ¿Quién no quiere esto para sus hijos?
Los resultados revelaron que tocar un instrumento altera las áreas motoras del cerebro, porque esta actividad requiere del control y de la coordinación de movimientos, pero no solo eso, también influía sobre el grosor de una parte de la corteza cerebral relacionada con la función ejecutiva (aquella que sustenta la memoria de trabajo, el control de la atención y la capacidad de planificación), y áreas del cerebro ligados a la capacidad de autocontrol y el procesamiento de emociones.
¿Y qué tiene que ver esto con la ansiedad?
En estudios previos, los dos psiquiatras que realizaron el estudio habían descubierto que el engrosamiento o adelgazamiento de la corteza cerebral en aéreas especificas del cerebro podían indicar la aparición de ansiedad y depresión de los pequeños, de problemas de atención, de agresividad o de control de las conductas. De ahí su interés por constatar si tocar instrumentos musicales, violín o piano, podía influir positivamente sobre esta área. Y las conclusiones ya las conocéis.
Tocar un instrumento de música se refleja en algo más que potenciar sus cualidades musicales, es mucho más.
A demás, estudios anteriores comprobaron que la enseñanza musical aceleraba el crecimiento de la corteza cerebral de niños de infantil y primaria, con efectos muy positivos sobre la memoria y la atención, tocar un instrumento musical una media de dos horas y medias a la semana provoca un 25% más de desarrollo del cuerpo calloso, la parte que conecta los dos hemisferios del cerebro, lo que se traducía en un incremento en mayor rendimiento en pruebas no musicales.
Si queréis conocer la noticia al completo podéis pinchar aquí.
Lo que está claro hasta la fecha, que desarrollar el potencian musical de los niños no les va a provocar nada malo, por el contrario les ayuda a su autocontrol, y aumenta sus destrezas no solo en el ámbito musical, mejor que mejor. ¿No creéis?
Autor Patricia
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