Revista Diario
Ahora que aún continúa la polémica sobre una de las últimas desafortunadas decisiones del ministro de educación cuya víctima ha sido la clase de música, la Consejería de Educación valenciana y la Universidad de Valencia han publicado unos datos esperanzadores. Se trata de los últimos resultados del proyecto Amure, un estudio piloto realizado con 80 niños de distintas escuelas valencianas. Según estos datos, los estudios musicales mejoran el rendimiento académico, aumentan la motivación de los alumnos, así como su austoestima y atención y refuerzan los hábitos de estudio y disciplina. Os invito a que leáis los recultados completos en esta noticia. Es cierto que el estudio es muy reducido y aún no muestra datos definitivos pero viene a corroborar lo que siempre se ha dicho de la formación musical. Y de la música en general.Me parece curioso que cuando estás embarazada empiezas a recibir una serie de inputs relacionados con la importancia de la música en los bebés antes y después de nacer; te invitan a poner los auriculares en tu inmensa barriga porque te dicen que es beneficioso para el pequeño; los carruseles musicales para las cunas incorporan música de Mozart porque según dicen ayuda a su desarrollo sensorial… todo envuelto en la bonita palabra “musicoterapia”. Vale, genial, pero cuando esos mismos pequeños que han escuchado las más hermosas melodías sin saber siquiera hablar, empiezan el colegio, la música desaparece del proyecto educativo. Sí, bueno, cantan cancioncillas y todo eso, pero poco más. Y dentro de poco, ni eso. Mientras en otros países, los niños más pequeños nacen no con un pan sino con un instrumento bajo el brazo, aquí nos dedicamos a denostar la formación musical (además de otras muchas formaciones). La música, aprender su lenguaje, sus misterios, saber interpretarla, debería ser indispensable y no sólo porque cada vez está más claro que mejora la capacidad de aprendizaje en general (que también) sino porque aprender música, acercarse a ella para descubrirla y vivirla, ayuda a sensibilizar a los niños. Mientras para algunos es una pérdida de tiempo, yo creo firmemente que es una manera fantástica de ocupar el tiempo, antes que ver la tele o jugar a los videojuegos o antes que incluir en el plan de estudios asignaturas de lo más absurdas. Pero parece ser que, una vez más, voy contracorriente.