Revista Opinión
A medida que voy surcando el camino de la vida, tengo la sensación de que me adentro en la nada.
Me estoy acostumbrando al tiempo de todas las dictaduras, a la amistad, a la madre de la complicidad de la vida y a la nada de algo que quise conquistar y ya no es posible llegar.
La nada me llega a través de los libros, esa sensación de que me están contando lo imposible, solo, quizá lo virtual, lo efímero, lo nauseabundo de los que hacen las reglas son los que no tienen que hacerlas.
Tengo esa sensación agria y a veces vomitiva de que todo está en la nada.
Todo es vacío, han deshuesado el cuerpo de la sociedad y ya triunfa la nada.
Creo que tengo un insomnio crudo y real. La nada.