Hace apenas un día, en la madrugada del 31 de mayo al 1 de junio, Rafa Nadal derrotaba en Roland Garros al serbio Novak Djokovic, pasando a semifinales del campeonato, después de ganar en 4 sets: 2-6, el primero, y 2-6 y 6-7 en el tercero y cuarto.
Hablar de Nadal es hablar de capacidad de sufrimiento (o de resiliencia, en términos de hoy día), sobre todo, porque días antes había comentado que cada partido en el torneo francés podría ser el último de su carrera, debido a los fuertes dolores que acumula desde tiempo atrás y a los esfuerzos realizados después de más de dos décadas de competición. Estas fueron sus palabras: "Soy consciente de que no sé lo que puede pasar dentro de un año y cada vez que salgo a jugar pienso que puede ser mi último partido en Roland Garros". De ello hablábamos largo y tendido en el post Tienes que ser consecuente con lo que decidas.
Al día siguiente de la victoria contra Djokovic, Sergio Heredia del periódico La Vanguardia hacía la crónica del partido desde París, y titulaba el artículo: Rafa Nadal es eterno. Allí escribía en sus primeras líneas: "Sentados en el restaurante de la prensa en Roland Garros, Sebastián Fest, magnífico periodista argentino, me hablaba ayer de la Nadalidad". Y añadía líneas más adelante: "Djokovic sintió la Nadalidad a los 49 minutos de partido, cuando envió la pelota a la red y vio cómo se le esfumaba la primera manga. ¿Qué estaba pasando? ¿Acaso no estaba todo en contra de Nadal? ¿No estaban jugando de noche, y con frío, cuando la pelota de Nadal pierde rebote y efecto? ¿No estaba Nadal tan apurado y tan averiado, y no le había costado Dios y ayuda tumbar a Auger-Aliassime en octavos?". Es el efecto de la Nadalidad.
Semanas atrás, impartiendo una conferencia para el equipo de Pastelería Mallorca (empresa con más de 90 años en el mercado) en la sede de Coca-Cola, citábamos al manacorí, como ejemplo de resiliencia, porque muchas empresas durante la pandemia han sufrido mucho y han tenido que apretar los dientes y estirar la frontera del dolor para aguantar la que estaba cayendo. Quien resiste, vence, hemos dicho una y mil veces. Tras perder con el mallorquín el pasado martes, Djokovic decía: "Nadal es capaz de volver al 100% pocos días después de estar lesionado y apenas poder caminar. Rafa demostró otra vez que es un campeón"
Rafa Nadal es uno de los personajes incluidos en el Volumen 3 de Aprendiendo de los mejores (Alienta Editorial), y siempre ejemplo de inspiración para todos, jóvenes y adultos, directivos y no directivos; ejemplo para todos aquellos que busquen superarse día a día. En el reportaje En la mente de Rafa Nadal (El País), el tenista manifiesta: "En mi cabeza hay dudas siempre. Ese es mi sentimiento". Eso es la valentía, actuar a pesar del miedo y actuar a pesar de las dudas. La gente 'ganadora' también tiene miedos y dudas, pero no dejan que esos sentimientos les paralice.
Dejamos hoy aquí 4 de las 10 lecciones incluidas en Aprendiendo de los mejores 3 que nos sirven de inspiración:
1. Tengo mucha suerte porque cuando vuelvo a casa, tengo una vida completamente normal.
La 'normalidad' no es algo que tenga mucho glamour entre el gran público. Suena a algo aburrido, lo extravagante vende más. Sin embargo, la normalidad atempera el ego, quita presión y aporta estabilidad emocional, aspectos fundamentales para estar centrados al cien por cien en lo importante (la tarea) y no en lo secundario (los aplausos y elogios) que nos despistan. Rafa, con su sencillez habitual, dice: "Yo no vivo en una burbuja, vivo en Manacor. Cuando vuelvo de los torneos, vuelvo al mundo real, me voy a relajar a casa: jugar al golf o pescar". Y también: "Hay un Rafa Nadal, el tenista, al que la gente ve triunfante, y estoy yo, el Rafa Nadal persona, el mismo que he sido siempre y el mismo que habría sido aunque me hubiera dedicado a otra cosa en la vida, con o sin fama". Toni Nadal, su tío y entrenador durante casi dos décadas, siempre ha intentado proteger a Rafa de la euforia excesiva transmitiéndole mucha normalidad a su vida. A menudo le recalcaba: "No olvides que no eres más que un chico que hace una cosa tan simple como pasar una bola por encima de la red, no te olvides de esto".
2. Incluso si ya he alcanzado lo máximo, tengo que creer que puedo mejorar. Me levanto cada mañana y voy a practicar con la ilusión de que voy a mejorar ese día.
El mayor enemigo del éxito es el ego, que nos dice que somos infalibles, y que como escribía Cyril Connolly "nos tira hacia abajo como si fuera la ley de la gravedad". La única garantía para estar en la picota de manera recurrente es considerarse un eterno estudiante. No muchas personas adoptan esta actitud, la autocomplacencia siempre acecha. Lo fácil es relajarse cuando el éxito nos sonríe. Pero lo que no se aprecia se deprecia, no hay término medio. Rafa nos demuestra aquí de nuevo su humildad: "Si crees que no puedes mejorar, no sabes nada de la vida. Siempre trabajo con una meta: mejorar como jugador y persona. Cualquiera podría convertirse en una estrella, pero todos debemos ser un ser humano". En el reto por convertirnos mejores profesionales y mejores personas nunca está todo hecho. El entrenamiento es como barrer el suelo. Solo porque lo hemos hecho una vez no significa que el suelo vaya a permanecer limpio. Cada día regresa el polvo. Debemos barrer todos los días.
3. Es importante que haya personas a tu alrededor con suficiente confianza para decirte si no estás actuando de la manera adecuada.
Y añadía: "Normalmente, cuando estás en la cima, la gente dice que todo es fantástico. Probablemente en ese momento sea lo que quieres escuchar, pero es mejor que alguien te recuerde cómo actuar correctamente". Carlos Costa, representante del deportista contaba la siguiente anécdota para ilustrar la importancia que ha tenido el entorno de Rafa en su éxito: "Estábamos en el hotel en el extranjero tras una dura jornada de entrenamientos y nos disponíamos a salir a cenar, pero Rafael iba todavía con los pantalones del chándal. Queríamos ir a un restaurante bastante selecto y, como es lógico, se exigía cierta etiqueta, así que no podíamos ir vestidos de cualquier manera. Benito (Pérez Barbadillo) -jefe de prensa de Rafa- le dijo: 'Teóricamente no deberían dejarte entrar con esos pantalones; pero eres Rafael Nadal y no creo que te pongan problemas'. Entonces, cuando ya casi nos íbamos, Toni detuvo a Rafael y le dijo: 'Yo creo que lo más correcto es que subas a cambiarte'. Y lo hizo. Lo que yo me pregunto es cuántos tenistas hubieran hecho lo mismo. Y más aún, a cuántos alguien del entorno se hubiera atrevido a decirles aquello".
4. La actitud es fundamental en la vida.
Cómo afrontas, interpretas y reaccionas a todo lo que te sucede -especialmente a los contratiempos- es lo que va a determinar en buena medida hasta dónde puedes llegar. Con una buena actitud se abren las puertas de lo imposible. A cada instante y en cada situación elegimos nuestra actitud, que nos ensalza o nos hunde un poco más. Una buena actitud no soluciona las cosas sin más, pero sí nos predispone para hacer las cosas de mejor manera. Elegir nuestra actitud es nuestra gran libertad. No puedes elegir muchas cosas, pero siempre puedes elegir tu actitud. Nadal nos da aquí otra lección: "La actitud es clave para ver qué se puede mejorar, qué es lo que se ha hecho bien y mal. Hay que tener la actitud necesaria y la cabeza fría, una actitud abierta para analizar las cosas y buscar soluciones". ¿Y cuáles son las enfermedades de la actitud? La negación, la queja, la culpa, la resignación, el victimismo o las excusas. El de Manacor sentencia con contundencia: "Nunca es momento de buscar excusas. Nunca una excusa nos hizo ganar un partido".
El próximo viernes 03/06 Nadal disputa las semifinales contra el alemán Alexander Zverev, número tres del mundo. Veremos que nos depara esta ronda. Y el domingo 05/06 será la final entre quienes superen esta manga. Con independencia de lo que pase, Rafa, el campeón y la persona, es un referente para el deporte y para la vida.
Por si quieres saber más y profundizar sobre uno de los mejores deportistas de las historias, te recomiendo algunos libros como:
− Rafa: mi historia, de John Carlin.
− Todo se puede entrenar, de Toni Nadal.
− Rafa Nadal: crónica de un fenómeno, AA.VV.