Revista Opinión

La naranja mecánica || crítica/opinión

Publicado el 18 septiembre 2019 por Carlosgu82

DATOS:

Director: Stanley Kubrick.

Adaptación fílmica de la novela de 1962 de Anthony Burgess.

SINOPSIS

Gran Bretaña es sacudida por pandas de matones y violadores. Alexander Delarge, narrador y protagonista de esta historia, es jefe de una de ellas. Amante de la música de Beethoven y de la violencia más pura y desenfrenada, acaba detenido y en prisión. Es allí donde se presta voluntario a someterse al tratamiento Ludovico, bajo la promesa de su libertad incondicional. Jamás pensó lo que conllevaría…

ANÁLISIS:

La cinta comienza con la presentación de un distópico mundo. No tan distópico. Donde la tónica habitual es apalear viejos y violar mujeres.  Así pues, Alex y sus tres fieles «drugos» se topan con otra banda. Con otro jefe.  Con otros «drugos». Y con una sonrisa en la cara, comienza una cadena de patadas, puñetazos, cristales y huesos rotos. Gritos y sangre.

Con esta secuencia nos muestran, no solo que hasta en lo más bajo hay jerarquías, sino que en los tiempos que corren, la criminalidad, y la violencia brutal, priman.

No satisfechos con eso, se presentan en una casa de madrugada. Una pareja, atendiendo las peticiones de ayuda del grupo, les dejan entrar. Para Alex, la fiesta había comenzado.

Y al son de Singin’ In The Rain, Alex comienza a cortar la ropa de la mujer de la pareja, para posteriormente violarla, ante los ojos de su pobre e impotente marido. Al que después darían una paliza.

Desfogados al fin, se disponen a tomarse la última copa. He aquí donde el irracional fanatismo de Alexander hacia la música de Beethoven sale a la luz.

Y he aquí también cuando empiezan los problemas. Comienzan las peleas internas del grupo, y toda la violencia y sufrimiento vertido por Alex a la sociedad, se le devolvió en forma de traición.

Ocurrió en otra de sus divertidas noches de «mete saca mete saca» y «ultraviolencia que les hacía reír». Esta vez a la espera de El Gran Golpe. Es entonces cuando entran al atraco de una mujer con mucho dinero. O esa era la intención del jefe. Llevado por la emoción del momento , y por su clara psicopatía, Alex acaba asesinando a la mujer.

Justo entonces oye a la policía llegando. Y dispuesto a irse a la fuga es frenado por sus «drugos», y con un fuerte golpe, lo dejan en el suelo, donde posteriormente la policía lo detendría.

Alexander DeLarge es condenado a cumplir 14 años en prisión por asesinato.

Tras 2 años entre ratas de alcantarilla como él mismo, se le presenta la oportunidad. Oye hablar de el tratamiento Ludovico. Tratamiento al cual, si se somete, en 2 semanas tendría asegurada su libertad incondicional.

No duda ni un segundo y, en presencia del mismísimo ministro del interior, se presenta voluntario.

A lo que es sometido es, nada menos, que a una tortura. Con una máquina que le impide parpadear, es obligado a ver una serie de películas de violaciones, violencia extrema… Haciendo que viendo estas acciones le entren fuertes náuseas e insoportables dolores de cabeza.

Y de pronto, la música de fondo de toda esa intransigencia y tortura, era la novena sinfonía de L. van Beethoven.

Una vez terminada la tortura y puesto en libertad, se encuentra con lo que tiempo atrás él mismo cosechó. Un mundo dándole la espalda. Apaleado por viejos y sorprendido por sus antiguos «drugos», que aprovecharon para darle otra paliza.

Llegando a parar a una casa de madrugada, pidiendo ayuda. Una casa que le resultaba familiar.

También esta vez le abrieron la puerta, pero ya no había «ultraviolencia divertida», ya no era divertida. Ahora solo había dolor.

Así pues, el marido al que tiempo atrás dejó inválido de una paliza, le pidió ayuda. Y este recibió un baño caliente. Y un plato de fabulosos espaguetis.

Pero nada dura. Aquella ayuda no era más que una tapadera que le serviría de venganza al hombre ahora en silla de ruedas.

Alex, se desplomó. Envenenado con el vino, pero no muerto.

Aún bajo los efectos de las drogas, el antiguo pandillero se despierta encerrado en una habitación de un segundo piso. Y, de fondo, con sutileza al principio, y con estruendo al final, sonaba la novena sinfonía de Beethoven.

Tras la tortura, Alex no podía soportar la violencia tras lo que vio, ni las violaciones. Las nauseas le volvían y los dolores también.  Y, junto con eso, la música que lo acompañaba. La de su querido amigo Ludwig van.

Llevado por la desesperación, abrió la ventana, y se tiró. Tan solo quería Desvanecerse. Desaparecer. Pero no lo hizo. No se desvaneció.

Despertó en un hospital. Y bajo una actuación y dirección brillante, nos deja ver la verdad.

Que tras haber pasado todo lo que pasó, sufrido y hecho sufrir… Lo que quedó fue el mismo ser neurótico y perturbado que en el fondo siempre fue.

Volvió a ser lo que siempre fue. El violador y asesino, Alexander DeLarge.

OPINIÓN:

LA NARANJA MECÁNICA fue un auténtico fenómeno cinematográfico. Una cinta única en todos sus sentidos. Y, aun así, no me llena.

A decir verdad, el primer acto de la película incluso me parece aburrido.

No es una película para todos. Es complicada. Con cantidad de referencias y analogías. Hasta el punto de que hay un guardia con la actitud y apariencia de Hitler.

En general, un clásico, que aunque bueno, no me satisface del todo.

PUNTUACIÓN:7/10
 

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