Texto: © Carlos Navarrete Navarro
En el exilio, muchos de los novelistas siguen su producción narrativa. Max Aub escribe sus más importantes novelas: la serie de los Campos, Las buenas intenciones, La calle de Valverde, Juego de cartas, Cuentos mexicanos…en donde aborda temas como la Guerra Civil, la vida de la posguerra española, etc. Francisco Ayala escribe Los usurpadores, La cabeza del cordero, De raptos, violaciones y otras inconveniencias, Muertes del perro…Todos estos libros, de tono desencantado, reflexionan sobre el poder y la violencia y sus consecuencias: la corrupción y la degradación social. Rosa Chacel continúa en el exilio con su indagación intelectual en ambientes y psicologías de personajes, lo que le dan a su novela un cierto carácter ensayístico: Memorias de Leticia Valle, La sinrazón…Ramón J. Sénder escribe novelas históricas como La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, de paisajes americanos, Epitalamio del prieto Trinidad y otras donde se recrea la sociedad española: Réquiem por un campesino español, Crónica del alba. Otros autores renombrados son Corpus Barga, Manuel Andújar o Segundo Serrano Poncela.
En España, se hace una novela que retoma el realismo, donde se relatan historias más o menos truculentas, el denominado tremendismo. Pero también hay autores interesantes como Camilo José Cela, Miguel Delibes o Gonzalo Torrente Ballester. Este último escribió entre otras, Los gozos y las sombras, Don Juan o La saga/fuga de J.B. Cela obtiene su gran éxito con La familia de Pascual Duarte aunque escribió 9 novelas más entre las que destacamos La Colmena, Nuevas andanzas y desventuras de Lazarillo de Tormes, Cristo versus Arizona y Mazurca para dos muertos. Miguel Delibes, en sus primeras obras, muestra rasgos del realismo: La sombra del ciprés es alargada y Aún es de día. Esto cambia con El camino, donde ya muestra una tendencia que tendrá en sus siguientes obras: la idealización del medio rural. Así lo vemos por ejemplo en Diario de un cazador, Las ratas o La hoja roja. Su mejor novela sea quizá Cinco horas con Mario, soliloquio de una mujer con su marido, cadáver. Otras obras a nombrar son El disputado voto del señor Cayo, Los santos inocentes o El hereje. También debemos nombrar a Carmen Laforet y Álvaro Cunqueiro.
Durante los años 50 se da el fenómeno de la novela social en sus dos vertientes: el objetivismo y el realismo crítico. Ambos tienen en común el tema: la sociedad española contemporánea. Se acostumbra a citar como precedentes La colmena de Cela y La noria de Luis Romero. Dentro del objetivismo podemos citar a Rafael Sánchez Ferlosio, (El Jarama, novela objetivista por antonomasia, Las semanas del jardín, Campo de Marte ) y Juan García Hortelano. (Nuevas amistades, Tormenta de verano ) Cercanas al objetivismo están las obras de Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos y Carmen Martín Gaite. Dentro del realismo crítico están Antonio Ferres, Alfonso Grosso, Juan Marsé, Daniel Sueiro, Luis Goytisolo o Jesús López Pacheco.
En los años 60, los novelistas abandonan progresivamente las esperanzas de que sus obras puedan tener una repercusión social directa y aunque en muchas novelas hay una intención crítica, los autores centrarán sus esfuerzos en la renovación formal y en la experimentación técnica y lingüística. El año decisivo para esta novela es 1962, cuando aparece Tiempo de silencio de Luis Martín Santos. La novela española de la última década franquista revela también el cambio de la vieja sociedad española, rural y tradicional, a la sociedad del desarrollismo. Los autores más destacados de este tipo de novela son Luis Martín Santos (Tiempo de silencio, Apólogos y otras prosas inéditas, Tiempo de destrucción ), Juan Marsé, (Últimas tardes con Teresa, La oscura historia de la prima Montse, Si te dicen que caí, El amante bilingüe ) Juan Benet (Volverás a Región, Una tumba, Un viaje de invierno ) Luis Goytisolo (La cólera de Aquiles, Teoría del conocimiento ) y Juan Goytisolo (Juegos de manos, El circo, Señas de identidad, Juan sin tierra, Makbara, La saga de los Marx )
Desde 1975, se muestra un renovado interés por la trama argumental, alejándose la narrativa del experimentalismo puro y del mero juego literario. Se vuelve a un realismo pero diferente al realismo del siglo XIX y del social de los 50. La preocupación de las obras se centran es aspectos de los personajes, con un cierto tono intimista, a veces exótico y a veces cercano a la novela histórica. También se muestra la novela como otro artículo de consumo más y entre los escritores se encuentran periodistas, políticos o famosos de la más diversa índole. Este giro de la novela se empieza a mostrar en el año 1975 con la aparición de la novela La verdad sobre el caso Savolta de Eduardo Mendoza. De este autor son también La ciudad de los prodigios, La isla maldita o Sin noticias de Gurb, todas ellas con un tono humorístico muy acentuado. Otros novelistas que podemos destacar son Francisco Umbral, (Mortal y Rosa ) Manuel Vázquez Montalbán, (Los mares del Sur, Galíndez, El pianista ) Luis Landero, (Juegos de la edad tardía, Caballeros de fortuna ) Javier Marías, (Mañana en la batalla piensa en mí ) Julio Llamazares (Luna de lobos, El río del olvido ) y Antonio Muñoz Molina. (Beatus ille, El jinete polaco, Plenilunio )