Ayer, 20 de Febrero de 2017, dí en Internet con una noticia que me generó un malestar difícil de describir en estas líneas. Una ballena, de la especie “Zifio o Ballenato de Cuvier” (Ziphius cavirostris), que fue encontrada vagando cerca de las costas de Noruega, tuvo que ser sacrificada, debido al estado de salud que presentaba el animal.
Pues bien, hasta aquí nada raro, porque es normal que los animales enfermen y mueran, es el ciclo de la vida. Sin embargo, la sorpresa llegó cuando los investigadores de la Universidad de Bergen (Noruega) realizaron la autopsia al cetáceo. Una vez abierto el animal, se encontraron con un hecho tan asombroso como deleznable. El estomago de la ballena contenía unas 30 bolsas de plástico. Las cuales, como es lógico, el organismo no pudo eliminar, causándoles los problemas de salud que le llevaron a la muerte.
Así pues, y debido a este hecho, el problema de la contaminación en los mares y océanos de nuestro planeta se ha vuelto a poner en el centro de la noticia, aunque para muchas personas siempre ha estado presente en su día a día. Cuando la gente va a las playas y tira todo tipo de residuos al mar, o los deja en las mismas playas, cuando las personas tiran basura a los ríos, cuando desde los barcos se tiran todo tipo de desperdicios a los mares, etc., la mayoría no piensa o no es consciente de las consecuencias de esos actos. Y por desgracia, ayer, esta ballena nos los enseñó con todo su esplendor.
Por todo ello, y en mi humilde opinión, pienso que tanto las distintas autoridades de los diferentes países que componen el globo terráqueo como la población en general deberíamos de cuidar más el medio ambiente e intentar castigar son más dureza los actos de contaminación ambiental que se producen cada día tanto en mares y ríos como en bosques, montañas o llanuras. Y sobre todo y más importante, concienciar a las personas que una sociedad que no cuida su hábitat natural, es una sociedad condenada al fracaso y la extinción.