En esta parte del mundo, hay quienes celebran Nochebuena por lo grande, con toda la familia. También hay quienes, como viene siendo tradición en mi familia política, la celebran de una forma más reducida, es decir: aquellos que tienen hijos y por lo tanto una familia propia, lo celebran en su casa. Por este motivo, gracias a Monete, este año volvemos a ser tres, con la novedad de que ya se puede desplazar y mi misión será proteger las partes bajas del árbol de sus intentos de ataque.
Sea como fuere, aquí se le concede mucha importancia a todo este día, ¡ya que además hoy el Christkind trae los regalos! Y quien dice Christkind dice Niño Jesús, el cual por lo visto no tiene nada mejor que hacer en su cumpleaños que regalar cosas a otros niños. Y montar (o al menos decorar) los árboles de Navidad que cada uno tiene en su casa. Menudo plan.
Para dejarle hacer su trabajo, una de las dos figuras paternas se encarga de salir a pasear con los churumbeles por la tarde mientras el otro se queda en casa para abrirle la puerta al pobre Niño y que éste pueda hacer su trabajo. Yo me iba a pedir lo de salir de paseo, no vaya a ser que cuando viniera se pusiera a hablar en dialecto y no me enterase de qué quería de mí. Y así de paso nos daba el aire - o la lluvia, que todo iba a ser posible. Al final, se ha decantado el cielo por la lluvia, así que hemos cambiado "paseo" por "planta de arriba" y, al menos de momento, ha colado.
No es que Monete haya aún terminado de entender de qué va toda esta historia... De hecho, le han gustado más los lazos de los regalos - o el mando a distancia de la tele - que los regalos en sí, de ahí el que las cosas que le ha traído el Niño Jesús hayan sido todo un acierto: ningún juguete, sólo libros. Que de esos nunca se tiene suficiente.
Tanto si celebráis estas fiestas por todo lo alto como si lo hacéis con vuestra familia y amigos más cercanos, os deseo todo lo mejor y un 2019 lleno de salud y, sobre todo, de humor. ¡Felices fiestas!