Año tras año desde que era una niña, el puente de la Constitución ha servido para desempolvar el árbol, las cintas, las bolas y todos los adornos navideños que lograron sobrevivir a las anteriores navidades. Este año no ha sido ninguna excepción, y armada con toda la paciencia del mundo, el sábado pusimos el árbol de Navidad Inés y yo, a Marta la dejamos animarnos con su protesta desde la Babybjorn.
Estas fechas se nos muestran como un cuento de hadas que poco tiene que ver con la realidad. Nos asaltan con campañas publicitarias de familias idílicas que se reúnen todos juntos alrededor de una mesa en la que se degustan mil manjares, y nunca falta nadie por qué el que faltaba siempre termina apareciendo aunque sea a última hora para sorprender a la familia, y abrazar a todos. Sin embargo la realidad es bien distinta, en la época que nos ha tocado vivir, hay miles de persona que realizan un trabajo duro, muy duro, por alimentar a sus familias en el día a día, como para pensar en manjares.
En mi familia no nos matamos entre unos y otros, pero como todas las familias tenemos disputas, y no siempre estamos de acuerdo con el cuñado o la cuñada de turno, ¡ojo, que los quiero! Y hay grandes ausencias que por muchos deseos que pidamos no van a regresar a sentarse a nuestra mesa, sin olvidarnos, que siendo grandes afortunados por contar con un trabajo en los tiempos que corren, hay personas que desarrollan su actividad en eses fechas, y bienvenido el trabajo a turnos.
Hoy, ¡Amo el trabajo a turnos!
Digo esto porque me encuentro especialmente tranquila estas pre navidades. Si otros años comenzaba el mes de Diciembre con un nudo en el pecho que desaparecía con el nuevo año, en esta ocasión, y gracias a los turnos de trabajo de mi marido, he prescindido de esa sensación que venía causada por el ajuste de la agenda con motivo de dicha festividad. Lo siento por mi marido que tendrá que trabajar más que otros años en estas fiestas, pero no sabe lo feliz que me ha hecho no poder desplazarnos a visitar a la familia con ocasión de las mismas.
Organizar ¿con quién pasar las fiestas?, ¿En casa de quién?, o ¿Qué comer?... Son los ingredientes perfectos para comenzar una bronca en casa que concluya con un estado de ansiedad en toda regla. Vamos, que los psicólogos se frotan las manos en estas fechas.
Pues ya os digo que estas Navidades se come en casa, pero por supuesto abrimos nuestra puerta y desplegamos todas las camas supletorias que disponemos para que los parientes que lo deseen nos acompañen, y sean bien recibidos. No sabéis el gusto que me da echar todos los balones fuera para que cada cual decida venir a jugar o no. ¡Qué alivio!
Con todo lo dicho, no os va a extrañar que os reconozca que no soy una entusiasta de estas fechas, que yo soy una de esas personas que como circula por facebook me dormiría ya para despertarme después del día de reyes. Pero dado que no es posible, vamos a poner una sonrisa a "la cosa", e intentar disfrutar de esta celebración entre luces, villancicos, belenes, mercadillos y más actividades que nos esperan en las calles de nuestras ciudades.
¡Familia os espero en casa!
¡Feliz Navidad!