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La necesaria confianza, mútua

Por Mbbp

LA NECESARIA CONFIANZA, MÚTUA

Cada día más, la confianza es un valor decisivo en nuestra vida personal y profesional. Confiar, de alguna manera, significa amar, aunque ese verbo esté vetado hasta hace poco en el campo profesional. Confiar en alguien o en algo o en la misma vida, es lo que nos impulsa a esperar que las cosas vayan bien. Sin confianza es difícil poner todo nuestro empeño en algo y, sobre todo, esperar que prospere según nuestros deseos. La desconfianza muchas veces nace de nuestros temores internos, aunque no sean siempre conscientes ni razonables. Es difícil confiar en alguien más, si uno no confía en sí mismo primero. Sentirse amenazado, desconfiado o, simplemente, con temor, es algo que entorpece nuestra vida y nuestro progreso como personas. La confianza es algo que cuesta ganarse y, en cambio, basta una duda -razonable o no- para perderla, aunque muchas veces la causa real sea el miedo!

Durante gran parte de mi vida profesional he trabajado como consultor de empresa. Para ello es necesario ganarse la confianza de los clientes. Pero la confianza, incluso en este caso, es algo que ambos implicados debemos tener, ha de ser mútua. No es posible trabajar sin tener confianza en el cliente, como tampoco éste puede trabajar con alguien en quien no confía. Seguramente bajo la confianza adquirida están la honestidad, el buen propósito y el trabajo bien hecho! La confianza no puede comprarse ni venderse, simplemente está o no, luego, se gana o se pierde con los hechos!

Aquí te traigo un texto ajeno que habla de la confianza. Extrae tus propias conclusiones.

“Jim”, comercial de Nueva York, montó un puesto donde vendía cafés y bollos a los transeúntes que entraban y salían de las oficinas. Durante las hora del desayuno y la comida, siempre tenía largas colas de clientes que esperaban. Advirtió que la espera desmotivaba a muchos clientes, que se marchaban y compraban en otros sitios. Asimismo, se dio cuenta de que, como él solo se encargaba de todo, el mayor obstáculo que le impedía vender más bollos y cafés era la desproporcionada cantidad de tiempo que necesitaba para devolver el cambio a los clientes.

Al final, Jim se limitó a colocar una cestita a un lado del puesto, llena de monedas y billetes de dólar, confiando que los clientes recogieran el cambio ellos mismos. Llegados a este punto, uno puede pensar que, accidentalmente, los clientes contarían mal, o pagarían menos de lo debido, pero lo que descubrió Jim fue justo lo contrario: la mayoría de los clientes reaccionaron siendo totalmente honestos y, a menudo, le dejaban propinas mayores de lo normal. Además, pudo atender a los clientes el doble de rápido porque no tenía que estar devolviendo el cambio.

Igualmente, descubrió que a los clientes les gustaba que confiaran en ellos y volvían otra vez. Al ampliar la confianza de este modo, Jim duplicó sus ingresos sin introducir costes adicionales.

Un ejemplo más de como con un bajo nivel de confianza, se reduce la rapidez y se incrementan los costes. Cuando la confianza es elevada, aumenta la rapidez y se reducen los costes.

“El Factor Confianza” , Stephen Covey

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