Artículo de Daniel Kaplún en Nueva Tribuna
La película argentina “Relatos salvajes” consta de seis episodios, aparentemente independientes entre sí, pero unidos por un mismo eje común: la espiral del conflicto cuando ninguna de las partes en liza es capaz de ponerle freno mediante una mínima concesión. Especialmente significativo, en ese sentido, es el que protagonizan Leonardo Sbaraglia y Walter Donado, conductores el uno de un flamante Audi A4 y el otro de un decrépito Peugeot 504. Ambos se encuentran en una empinada cuesta, y cuando el primero intenta adelantar al segundo, éste se empeña en impedírselo. El del Audi finalmente lo logra y (como era de esperar) al hacerlo insulta y dirige gestos obscenos al otro. Algunos kilómetros después, el Audi se ve obligado a detenerse por un pinchazo, el Peugeot le alcanza y se detiene delante suyo, momento a partir del cual se desencadena una imparable espiral de violencia, que termina con la muerte de ambos carbonizados en el interior del Audi. Interrogado por los infaltables periodistas, el comisario que dirige la investigación indica que su hipótesis de partida es “crimen pasional”.
Obviamente, se trata de pura ficción, pero cargada de simbolismo. Y no puedo evitar referirlo a la actual situación de Izquierda Unida, y particularmente a su federación de Madrid (IU-CM) y sus conflictos internos.