Es común, tras varios intentos frustrados de lograr un embarazo, que dejes de intentarlo conscientemente y te tragues el cuento de que no puedes concebir. Lo mejor es dejar de pensar. Las cosas ocurren en el momento que tienen que ocurrir y no es fácil, como nos han hecho creer siempre, quedarse en estado. No lo es porque tienes más de 30, no lo es porque tanto tú como tu pareja viven en un círculo vicioso de estrés, preocupaciones e inestabilidad por todas partes y además, ni nosotras somos tan fértiles como hace treinta años ni ellos tampoco. Así que no queda otra que hacer los deberes mucho, a ver si con suerte óvulo y espermatozoide hacen las paces y se hace el milagro.
Cuando se te mete en la cabeza el bicho de la negación, da igual lo que pase. No te puedes quedar embarazada, no puedes, hasta que se hace demasiado evidente que lo estás, si no es que llegas a cumplirte y te enteras que vas a dar a luz cuando el bebé decide pronunciarse. Igualmente lo habrá hecho porque está vivo y creciendo en tu vientre al margen de lo que tú pienses, pero tú, que has estado creyéndote que no podías, has pasado por alto que estás en estado de buena esperanza. Igual has pasado de los médicos, total, para que te mareen siempre tienes tiempo. Pues no, los médicos son necesarios cuando se presenta el problema. Si tú no eres médico, vete a uno, que te diga cuál es la situación real, que te haga las pruebas pertinentes y a buscar una solución a tu inconveniente antes de que tu negatividad te haga polvo.
Ha habido muchos casos de mujeres que han ignorado su gestación pensando que los malestares eran ocasionados por otras causas, e incluso no han tenido síntomas de directamente. Es un caso raro, pero está denominado en muchos casos como negación del embarazo aunque suene chungo. Cuando la mujer se da cuenta, está en el hospital con un fuerte dolor que parece una indigestión o algo similar y es un parto.
Cuando decides ser madre, tienes que ser responsable antes de quedarte embarazada. Tienes que estar preparada psíquica y físicamente porque es una prueba biológica impresionante, y tienes que saber los “pro” y los “contra” de primera mano y por parte de un especialista. Así que deja en paz a internet. En su lugar, hazte el seguidor número uno de tu médico. Tu vida y la del ser que planeas gestar están en juego.
Hace unos días, una de mis mejores amigas se quedó en estado, a sus 35 añitos. Fue muy emocionante para todos. Desde el momento predictor tan simpático que ellos tuvieron en la intimidad de su casa y que luego me contaron, hasta verle la cara de emoción a ella y a su pareja. Yo de antemano le dije, desde mi punto de vista, “no te vuelvas una psicópata mirando todo lo referente al bebé por internet” y lo más importante “antes de nada, vete al médico”. Igual pequé de enterada, pero desde mi corazón lo hice por su bien. Y sorpresa, me pidió ir con ella al doctor porque su pareja trabajaba y así aproveché para hacerle algunas preguntas acerca de la concepción después de los 35 años. Mientras tanto mi feliz amiga se preparaba para su primera ecografía gestacional en la habitación contigua.
Fui muy franca con el doctor. “Tengo 37 y me quiero quedar encinta. He estado en el programa de fertilidad de la seguridad social y tras las pruebas preliminares, analítica y histerosalpingografía, me dijo la ginecóloga que tomase omifin y que le diese toda la alegría al cuerpo que pudiese”. Todo eso después de serle completamente franca al decirle que llevaba un año y medio sin tomar la píldora y sin usar ningún otro método anticonceptivo. Aunque realmente sólo llevábamos unos pocos meses llamando a la central de cigüeñas, a ver qué pasaba.
Sin dar muchos rodeos, el joven ginecólogo me recomendó que volviese a la seguridad social y aprovechase el programa de fertilidad que me quedaban sólo tres años para que me siguiesen atendiendo en la unidad. Al parecer solamente está habilitado este servicio hasta los cuarenta años en las mujeres. También me dijo, “si te quedas embarazada de manera natural, igualmente estará bien, pero no pierdas la oportunidad, porque también le pueden hacer las pruebas a tu pareja y en el caso de que no quedes, te inseminan artificialmente (IA) o incluso te podrían practicar la in vitro (FIV), si la cosa sigue sin darse de manera natural y espontánea.
En cuanto a mi amiga, la pobre, no pudo ver a su pequeña semillita por primera vez, porque al parecer cuando estás de apenas cuatro semanas (por las cuentas del ginecólogo), es imposible ver nada en la ecografía. Lo que sí vio claramente el doctor, es que el endometrio de mi amiga estaba ligeramente engrosado, cómplice del embarazo, ocultando la joya en formación en su interior. Igualmente nos alegramos todos, y yo, que nunca me habían enseñado el endometrio en una ecografía, y será que no me han visto ginecólogos…
Y yo pensé “segurito que será niño, por lo jodelón, que no se deja ver”.
Estamos haciendo la porra a ver quién acierta qué trae la amiga, mientras esperamos que también haya pronto un milagro para mi pareja y para mí.