Venimos sufriendo una persistente tormenta Filomena en los centros de salud, ya va por varios meses. Cuando llego a consulta he de calzarme botas técnicas y equipo térmico al tener que enfrentarme a una situación clínicamente fría e invernal. Las bajas temperaturas de la consulta vienen de la mano de unas circunstancias que colorean el paisaje clínico cubriéndolo con un manto blanco de distancia, teléfono, agobio, enfermedades transmisibles, alta mortalidad y miedo. Caminar sobre nieve mucho tiempo es agotador, llego a casa agotado y he de recurrir al cariño de los míos para fundir la costra de hielo que inevitablemente se adhiere a cada pliegue.
Nadie nos había preparado para esto. De alguna manera intuíamos que el deterioro climatológico de la institución no auguraba nada bueno pero pocos se imaginaban el desastre. No es que hayamos vuelto al antiguo cupo de pacientes y haya que atender 60, 70 u 80 consultas diarias, es que además toca hacerlo tirando de teléfono y en condiciones de incertidumbre altísimas. Es cierto que estamos acostumbrados a trabajar así varias semanas al año desde hace mucho, pero no lo estábamos a permanecer en esa apnea tantos meses.
El número de congelaciones y de ahogos entre nuestros compañeros no para de crecer. En algunos casos son pequeñas y afectan solo a partes distales, pero en otros el daño es permanente y los estragos limitantes. La institución no ha entendido que además de proporcionar guantes y mascarillas debe proteger a los suyos evitando que las agendas los lesionen.
Miro por la ventana y veo el viento arrastrar un manto de copos con fiereza. El temporal obligará por fin a que entendamos lo necesario que es estar en casa seguros y calientes. Hasta hoy la gran mayoría no entendió que llevamos casi un año con condiciones ambientales muy adversas. Hemos empezado a darnos cuenta de lo mucho que echamos de menos la normalidad y de lo poco que la valorábamos. Al quedarnos sin ella solo queda asombrarnos con la magia de esa nieve capaz de transformar todo lo que toca y aprender a manejarnos en un mundo quizá algo más hostil pero que sigue ofreciéndonos mil oportunidades.
Snowfall in Primary Care
We have been suffering from a persistent Filomena storm in the health centres for several months now. When I arrive at the clinic I have to wear technical boots and thermal equipment when I have to face a cold and winter clinical situation. The low temperatures in the clinic come with circumstances that colour the professional landscape, covering it with a white mantle of distance, telephone, oppression, communicable diseases, high mortality and fear. Walking on snow for a long time is exhausting, I arrive home exhausted and have to resort to the affection of my family to melt the ice crust that inevitably adheres to each fold.
No one had prepared us for this. Somehow we sensed that the deterioration of the weather in the institution did not bode well, but few imagined the disaster. It is not that we have returned to the old quota of patients and have to attend 60, 70 or 80 consultations a day, it is also that we have to do it by pulling the phone and in very uncertain conditions. It's true that we've been used to working like this for several weeks a year for a long time, but we weren't going to stay in that apnea for so many months.
The number of frostbite and drowning among our colleagues is increasing all the time. In some cases they are small and affect only distal parts, but in others the damage is permanent and the ravages limiting. The institution has not understood that in addition to providing gloves and masks it must protect its own people from being injured by the agendas.
I look out the window and see the wind sweeping a blanket of flakes fiercely. The storm will finally force us to understand how necessary it is to be safe and warm at home. Until today the vast majority did not understand that we have been in very adverse environmental conditions for almost a year. We have begun to realise how much we miss normality and how little we value it. When we are left without it, all that remains is to be amazed at the magic of this snow, which is capable of transforming everything it touches and learning how to manage in a world that may be a little more hostile, but which continues to offer us a thousand opportunities.
初級保健中的降雪自動翻譯,對錯誤感到抱歉。幾個月來,我們一直在醫療中心遭受持續不斷的Filomena風暴。當我到達診所時,當我不得不面對寒冷和冬季的情況時,我必須穿技術靴和保溫設備。診所的低溫伴隨著使臨床景觀變色的環境,周圍覆蓋著白色的距離,電話,壓迫,傳染病,高死亡率和恐懼感。長時間在雪地上行走令人筋疲力盡,我精疲力盡地回到家,不得不訴諸於我的人民的愛心來融化不可避免地附著在每一折上的冰皮。沒有人為此做好準備。不知何故,我們感覺到該機構天氣的惡化並沒有預兆,但是很少有人想到這場災難。並不是說我們已經恢復了原有的患者配額,每天必須參加60、70或80次諮詢,而是我們必須在非常不確定的情況下拔出電話來這樣做。的確,我們已經習慣了這樣的工作已經很長一段時間了,但確實很長時間,但是我們並不會在這麼多的呼吸暫停中呆這麼幾個月。我們同事之間的凍傷和溺水人數一直在增加。在某些情況下,它們很小,僅影響遠端部分,而在另一些情況下,則損壞是永久性的,破壞是有限的。該機構還不了解,除了提供手套和口罩外,它還必須保護自己的人民免受日程安排的傷害。我看著窗外,看到風猛烈地掃過一片雪花。這場風暴最終將迫使我們了解在家中安全保暖的必要性。直到今天,絕大多數人還不知道我們在非常不利的環境條件下已經快一年了。我們已經開始意識到有多少我們錯過常態,而我們卻很少重視它。當我們被拋棄時,剩下的一切將使這雪的神奇之處感到驚奇,它能夠改變它所接觸的一切,並學習如何在這個可能更具敵意的世界中進行管理,但仍會繼續提供我們一千個機會。