Era blanca y clara, pero no resplandecía. Avanzaba de prisa, y había tapado ya casi por completo el sol, en cuyo lugar se veía una moneda de plata, como una luna llena de invierno que luciese tras un fino velo de nubes.
Llegó con perezosa rapidez.
Luego de un caluroso e intenso verano, una poderosa tormenta eléctrica aparecerá para traer consigo una densa y misteriosa niebla a la pequeña población de Bridgton, Maine. Aunque para los pobladores es difícil afirmarlo, la niebla cada vez más va cubriéndolo todo, y en contra de todas las leyes y fuerzas de la naturaleza —terremotos, huracanes, tornados— que rara vez vemos en acción, tiene una cosa en común, y es esa desmayada, hipnótica rapidez de su avance.
Las horas van pasando, sin electricidad, enclaustrados y con el miedo a flor de piel, porque el fin de la Tierra puede ser este momento escrito en renglones de niebla. Hay cosas en ella. Todos los horrores de una pesadilla y con la oscuridad, llegarán. Los oiréis acercarse, arrastrándose, reptando.
No podrán percatarse de la verdaderamente anormal densidad de la niebla, hasta comprobar cómo ésta engullirá a la gente en cuestión de segundos.
¿Podrán sobrevivir? ¿Cuántos amaneceres podrán ver? ¿La locura de lo terrorífico y fatal los consumirá antes que la niebla? ¿Qué tantas criaturas espeluznantes aguarda ella?Un final ambiguo pero con una excelente dosis de misterio y pesadilla, lo justo para que exista una película del libro. He aquí el tráiler: