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La nieta del señor Linh. Philippe Claudel

Por Mientrasleo @MientrasleoS
  
La nieta del señor Linh. Philippe Claudel

     "Un anciano en la popa de un barco. En los brazos sostiene una maleta ligera y  a una criatura, todavía más ligera. El anciano se llama Lihn. Es el único que lo sabe, porque el resto de las personas que lo sabían están muertas.
     De pie en la cubierta, ve alejarse su país, el país de sus antepasados y sus muertos, mientras la criatura duerme en sus brazos. El país se aleja, se hace infinitamente pequeño, y el señor Linh lo ve desparecer en el horizonte durante horas, pese al viento que sopla y lo zarandea como a una marioneta."
     Muchas veces digo que hay muchos caminos para llegar a un libro. Este camino ha sido fácil: me lo recomendaron. Me lo recomendaron una y mil veces en la librería de la que ya os he hablado alguna vez, me lo ha recomendado mi entorno y me lo habéis recomendado en los blogs. Así que era de esperar que tarde o temprano llegase. Hoy traigo a mi estantería virtual, La nieta del señor Linh.

     Conocemos al señor Lihn, un hombre que toma un barco y deja atrás su país, la guerra y todos sus recuerdos, amigos familia... muertos. Llega así a un país del que no conoce ni la lengua junto a su nieta, Shang Diu, una niña tranquila que ignora la tragedia que la ha llevado a un piso de acogida y que es el centro de la vida de su abuelo. Contra todo pronóstico el señor Lihn conoce a otro hombre, el señor Bark, con el que pronto estrechará los lazos de una fuerte amistad pese a que ni siquiera entienden lo que dicen.
     Si ayer hablaba de la fuerza, la dureza y el mal todo ellos expresado en pocas páginas, hoy vuelvo a hablar de un relato corto o no vela larga. Pero muy distinto. En este libro el autor de Almas grises emociona al lector. Nos habla de coraje, de amor incondicional, de lucha, de amistad y sobre todo de ternura. De hecho, si tuviera que definir este libro en una sola palabra diría que es hermoso. Porque es hermoso de muchas formas. Está escrito de una forma hermosa; sencilla, natural, que da fuerza a los pequeños gestos, pequeños detalles importantes y deja de lado datos como el país al que llega el anciano. Y la historia también es hermosa, la inmigración, la guerra, la amistad... van calando poco a poco en el lector que descubre la fuerza de una mirada o de un abrazo por encima de las palabras. Está lleno de gestos que nos hacen sonreír como una nana transmitida de generación en generación o un saquito con tierra de un lugar al que no se va a volver que van consiguiendo poco a poco establecer ese hilo invisible que se crea entre lector y protagonista cuando este último se va convirtiendo en amigo. Cuando le vamos haciendo un hueco en nuestra mente y corazón para que permanezca ahí una vez cerramos el libro porque sabemos que nos va a dejar su huella personal. Porque justo eso es lo que hace nuestro ya querido señor Lihn.
     Mención aparte para el final del libro. Tal vez porque iba advertida, no me sorprendió tanto. El autor va camuflando huellas para que sean recogidas poco a poco por el lector, pequeños detalles que hacen que vamos captando como si fueran las migas de pan en un camino y que nos llevan a un final hermoso. Vaya, ya he vuelto a utilizar  la misma palabra otra vez. No es necesario que algo sea alegre para que sea hermoso, no es necesario que un libro sea extenso para que nos deje huella, y no son necesarias las palabras para expresar los sentimientos. Por todo esto y un par de razones más, me uno a la recomendación de La nieta del señor Lihn.
     Y vosotros, ¿me podéis decir algún personaje al que recordéis de una forma especial?
     Gracias

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