Revista Cultura y Ocio

La niña más poderosa del mundo

Por Calvodemora
La niña más poderosa del mundo
Los padres somos los que terminamos al cargo de los juguetes de nuestros hijos. Da igual la edad del hijo y el tipo de juguete. Hay padres que no abandonan ese oficio nunca e hijos que no dejan de jugar jamás. Luego estamos los que preferimos que el hijo adquiere la responsabilidad y la madurez que permitan olvidar que los padres siempre estamos ahí detrás, tutelando la trama misma del juego, corrigiendo los errores del guion y participando como extra en cuanto la oportunidad nos permite. Por muchos libros que fijen un patrón fiable de ese oficio de padres, no creo que haya ninguno que sirva para todos los lectores. La hija de JFK, Caroline, va feliz, delante de su poderoso padre, porque sabe que la muñeca está en sus manos. Es posible que la dejara a posta, pensando que el buen padre la recogería y no la soltaría hasta que llegasen a casa. Los hombres importantes, Kennedy fue uno de los más importantes, son también actores secundarios. En la fotografía, en lo que se advierte, es la niña la que manda, es ella la que controla el mundo mismo, la que tiene la facultad de obtener toda la atención de alguien que ocupa toda la atención de los demás. Y la pequeña Caroline va ancha, transida de júbilo, consciente - en el fondo - de que detrás está papá, cogiendo de un abrazo, sin lastimarla, cuidando de que no se desmembre, su muñeca. Ojalá detrás de cada hombre o de cada mujer haya un hijo, o una hija, en fin, ya saben. A veces me resulta muy molesto toda esta corrección de géneros. Creo que malogra la eficacia del texto, su contención, toda la fluidez que se le exige para que transmita el contenido sin distracciones absurdas, pero uno es muy correcto. 

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