Revista Opinión

La niña que descolocó al Papa

Publicado el 22 enero 2015 por Gsnotaftershave @GSnotaftershave
La pobreza infantil es uno de los mayores problemas en Filipinas / EFE

La pobreza infantil es uno de los mayores problemas en Filipinas / EFE

Se llama Glyzelle, tiene 12 años y no es una niña normal. No lo es porque no le han dejado. Como muchos otros niños en Filipinas, fue abandonada por sus padres y rescatada de la calle por una comunidad eclesiástica. El pasado domingo, durante la visita del Papa Francisco en su país, pronunció un discurso ante 30.000 personas que no pudo terminar por la emoción: “Muchos niños son abandonados por sus padres. Muchos de ellos acaban siendo víctimas y les han pasado cosas malas, como adicción a las drogas o prostitución ¿Por qué Dios permite esto, incluso si los niños no tienen la culpa? ¿Por qué sólo unos pocos nos ayudan?”. Ante estas palabras, el pontífice decidió cambiar su homilía, aunque lo único que pudo decir fue que la pequeña “ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta y no le alcanzaron las palabras, necesitó decirlas con lágrimas”, e hizo un llamamiento a la protección de los niños.

Sin embargo, la pregunta de la pequeña sí tiene respuesta, más de una, y la solución probablemente no sólo esté de la mano de Dios. Filipinas tiene uno de los PIB per cápita más bajos del mundo (ocupa el puesto 127 de 183) y una de las tasas de pobreza infantil y de corrupción más elevadas. De hecho, el mismo año de la catástrofe del tifón Haiyan, 2013, se descubrió que varios políticos y empresarios habían estafado dinero del Fondo de Ayuda al Desarrollo Prioritario, unos 170 millones de euros, ingresándolo en ONGs que no existían durante los últimos 10 años. Por supuesto, la sacudida del tifón tampoco ayudó a que las cosas mejorasen y más del 33% de los filipinos viven en chabolas. Por desgracia, la noticia de la corrupción no hizo tanto ruido como la del tifón.

El de Glyzelle Palomar no es el único caso. Ella se presentó ante el Papa acompañada de otro chico, Jun Chura, de 14 años. Ambos fueron recogidos de la calle por la casa de acogida Tulay Kabataan. Son sólo dos ejemplos de los miles de menores de 15 años frecuentemente abandonados en Filipinas, un hecho que les expone a todo tipo de abusos y problemas como la no escolarización, la drogadicción, la desnutrición y la prostitución. Según los últimos datos proporcionados por Naciones Unidas, 1,2 millones de niños viven en la calle en Filipinas, mientras que la Child Protection Network Foundation señaló que el 35,2% de los niños vivía en la pobreza en 2009, último año del que se tiene información.

Los niños representan un porcentaje muy elevado de la cifra total de pobres en el país asiático, más de 1 de cada 4 filipinos, y la pobreza es un problema endémico que no da señales de mejoría debido, en gran parte, a las elevadas cifras de corrupción. Lo datos de 2014 señalan que Filipinas ocupa el puesto 85 de 174 en el ranking del Índice mundial de Percepción de la Corrupción que, si bien supone una mejora respecto al año anterior, sigue siendo un mal resultado.

Días antes de la visita del Papa se había desatado una gran polémica internacional debido a que las autoridades de Filipinas decidieron “limpiar” las calles de niños pobres encerrándolos en centros de detención antes de la llegada del pontífice. El diario británico Daily Mail denunció las condiciones infrahumanas de esos centros, a donde normalmente suelen llevar a los pequeños por robar o dormir en la calle, sin un juicio previo en condiciones, y dentro de los cuales sufren hambre, todo tipo de incomodidades y palizas de los reclusos de edad adulta. El Papa Francisco, al enterarse de lo sucedido, decidió variar su recorrido y visitar uno de los centros de acogida donde sobreviven los pequeños, fundado por la orden jesuíta.

Es evidente que el Papa Francisco no es como los demás. En varias ocasiones ha pronunciado discursos que han hecho tambalearse a la propia Iglesia, especialmente en aquellos temas relacionados con la pedofilia y la criminalización de la homosexualidad. Sin embargo, el pontífice está en este mundo y sabe de los problemas que hay en él, seguramente mucho mejor que muchos de nosotros; sabe quién tiene poder y quién no tiene la menor posibilidad de tenerlo algún día. Sabe que Filipinas es el principal país católico de Asia y que su población tiene una fe muy grande, especialmente en su persona. Desconozco si es competencia o no del Vaticano acabar con la corrupción, algo que el Papa denuncia con frecuencia, pero quizás lo que le falta al líder de la Iglesia es poner nombre y apellidos a aquello que critica y no encomendar todas las soluciones a Dios.


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