Revista Cultura y Ocio

La niña que se tragó una nube tan grande como la Torre Eiffel

Publicado el 03 julio 2015 por María A. Ayuso @MariaysuMundo
Hace unos días tuve el inmenso placer de conocer a Romain Puértolas, el autor de la novela de la que hoy vengo a hablar. 'La niña que se tragó una nube tan grande como la Torre Eiffel' es una lectura tierna, imprevisible, algo loca, dulce e imprevisible. Y eso es lo mejor de todo.  

La niña que se tragó una nube tan grande como la Torre Eiffel

Portada de La niña que se tragó una nube tan grande como la Torre Eiffel

Providence es una cartera que por fin ha cumplido su deseo de ser madre. Pese a que no puede tener hijos de manera natural, tiene a su propia niñita, Zehera, esperando su llegada a Marruecos. La pequeña está enferma, tiene una nube dentro de los pulmones que la impide respirar y hacer una vida normal. Providence será su mamá y también su salvación, aunque no todo vaya según lo previsto... Una nube de cenizas de un volcán islandés, colapsa el tráfico aéreo impidiendo que madre e hija se reúnan tal y como estaba previsto. Un verdadero caos. Providence, hará lo posible y lo imposible para llegar a su destino, porque cuando Mahoma no va a la montaña, es la montaña la que tiene que ir a Mahoma. Y comienza la aventura. Un loco viaje de una cartera francesa que lo único que necesita es sacar a su niñita de un país que no cuenta con los medios necesarios para curarla. Una historia de búsqueda y de amor, de superación y de esperanza. Aunque al final no será todo como parece. 
Si hay algo que me ha gustado de 'La niña que se tragó una nube tan grande como la Torre Eiffel', es Providence, su protagonista. Desde el principio sabemos que está condicionada por no poder tener hijos, su gran sueño. Cuando conoce a Zeherea por casualidad, entiende que existe por y para ella, tiene que llevarla a Europa, curarla y poder vivir su gran historia de amor. Porque sí, lo suyo es un flechazo. Y es que más allá del amor carnal y/o de pareja, hay amores tan profundos e inabarcables, que son inexplicables. 

Romain Puértolas ha escrito una novela dotada de elementos mágicos e inexplicables, pero que no chirrían durante la narración que, por cierto, está escrita en tercera persona ya que la cuenta otro de los protagonistas que va ganando relevancia según va a avanzando la trama. 

Algo bueno también es el final, que golpea al lector cuando menos se lo espera para dejarle (dejarnos) totalmente descolocado, con una sola pregunta en la cabeza: ¿Por qué?
El sentido del humor, los diálogos chispeantes, las descripciones de las situaciones tan absurdas que se plantean... Todo esto (y más cosas que tendréis que descubrir) forman una lectura deliciosa que dura un par de tardes entre las manos. 
'La niña que se tragó una nube tan grande como la Torre Eiffel' es un libro muy especial, escrito con mucha sensibilidad y sentido del humor para contarnos - como decía  en esta entrada- una gran historia, la de una madre y su hija porque, ese, es un amor que no acaba nunca. Muy recomendable. 

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