Hubo una niña que muy sola estaba
y sólo hacía lo que quería,
pero la niña sola se sentía
porque ninguna otra voz escuchaba.
La niña sola en el parque jugaba,
sólo con la arena se entretenía;
como ningún otro niño venía
ella lloraba, lloraba y lloraba.
De pronto oyó cómo alguien se acercaba
mas sólo una silueta veía
y el sonido de dos pies escuchaba;
la dulce nena, feliz, aplaudía,
pues un nuevo amigo al parque llegaba
y entonces ella ya no lloraría.