La niñata-delicuente y el hostión a sus padres

Ayer en los columpios con mis 2 hijos me entraron ganas de hostiar a los padres de una niñata – delincuente.

Llevé a Julia de 2,3 años y a Santi de 8 meses a unos columpios con cerco y suelo de goma para poder estar por la niña mientras el otro practicaba el gateo.

Sólo llegar ya estaba la niñata-delincuente, de no más de 5 años, en la puerta del cerco abriéndola y cerrándola con fuerza a ver si  le sacaba un ojo al resto de peques colindantes.  Sus padres sin aparecer.

Mientras mi hija y el resto de niños hacían cola en el tobogán, la niñata-delincuente practicaba la caída libre sobre sus cabezas.  Sus padres sin aparecer.

No contenta con ello, la niñata-delincuente se vino a la zona de los bebés para tirar de los juguetes de las sillitas.   Varias madres le dijimos que no los tocara, que los bebés se los ponían en la boca.  Entonces golpeó las sillitas.  Sus padres sin aparecer.

En represalia, durante un milisegundo en que dejé de vigilar a Santi para controlar a Julia, la niñata-delincuente corrió y empujó a mi hijo, que apenas pesa 9 kg.  Le dio por la espalda mientras estaba sentado.   Cayó de cara golpeándose la frente y la nariz.  Le salió un chichón y lloró durante un buen rato.  La niñata se fue corriendo.  Sus padres sin aparecer.

Busqué a los padres pero no se identificaron.  ¿Conocéis aquel dicho que reza “cría cuervos que te sacarán los ojos”?  Que tengan cuidado con su niñata-delincuente porque hoy empuja a bebés, pero mañana, cuando tenga 17 años, a lo mejor les hostia ella misma, eso si no les roba al mismo tiempo.