No sabía exactamente como titular este post, pero tengo la imperiosa necesidad de contar lo que pasó ayer en la clínica privada por donde decidimos llevar nuestro embarazo.
Escogimos este centro porque yo lo conocía de mis revisiones ginecológicas rutinarias antes de comenzar la búsqueda. El ginecólogo que me atendía entonces no llevaba embarazos, y por eso fue por lo que busqué otro ginecólogo y llegué a la inepta que no le dio importancia a un quiste ovárico que tenía durante un año.
Dejando esta historia atrás, cuando recibí el alta de mi clínica de infertilidad, yo llamé a esta clínica y diciendo a qué mutua pertenecía, solicité que me asignaran un ginecólogo. Así lo hicieron, y así es como pude disfrutar de la maravillosa ecografía de las 8 semanas.
Tal y como os contaba entonces, el sistema de la clínica programó absolutamente todas las visitas a lo largo del embarazo, y hasta el ginecólogo habló de provocar el parto antes de las 40 semanas. Vamos, en ningún momento esperaba encontrarme una sorpresa como la que nos encontramos ayer.
En aquella ecografía de las 8 semanas, además, me sacaron sangre para los marcadores de Triple Screening. Valores que uniéndolos con el pliegue nucal de la ecografía de las 12 semanas, nos daría el riesgo de Síndrome de Down y otros problemas cromosómicos.
Ayer, cuando llegamos a la clínica a realizarme dicha ecografía (que se puede realizar entre las 11 y las 13 semanas), entregué mi tarjeta y me dijeron que esa prueba no la cubría mi seguro.
¿Perdona? ¿Y por qué nadie me lo ha dicho?
Me dijeron que me lo tendrían que haber dicho a la hora de programar las pruebas, y que en el papel que me dieron lo ponía.
¡No jodas!
Saqué el papel, y al lado de cada prueba y visita ponía “(Tarjeta)”. Al lado de la ecografía de ayer no ponía nada, y claro, culpa mía por no saber interpretar que narices significaba eso.
Total, intenté debatir con las recepcionistas que qué sentido tenía que me hubiesen sacado sangre para esta prueba, que me programasen visitas hasta el parto, que me hiciesen una eco 3D a las 8 semanas y que esta prueba, una de las más importantes, no la cubriese el seguro. NO TIENE SENTIDO ALGUNO.
La mujer se quedó sin saber que decirnos, pero podéis imaginarme a mí al borde del llanto pensando que me quedaba sin ver a Bolita.
Maridín dijo que estaban jugando con la ilusión de las personas y que seguro que alguien habría que, llegados a ese punto, terminase pagando por la ecografía, pero nosotros no íbamos a picar porque hay otras muchas clínicas en las que sí que entra TODO.
Subimos al ginecólogo a pedirle los resultados de ese análisis de sangre y se negó a dárnoslo porque “van en conjunto con ese programa que es automático y ha pasado unos controles de calidad excelentes, y como no la pagáis, no tenemos acceso a esos datos”.
Un zas en toda la boca.
Maridín le demostró nuestro descontento, y lo único que hizo el tío fue traernos una hoja de reclamaciones internas (que es lo mismo que el papel de WC), y decirnos que bajásemos a hacernos una eco normal, que nos darían el valor de pliegue nucal y que nos buscásemos un laboratorio en el que nos hicieran el cribado.
Yo dije que sí, porque aunque ya dijimos que nos íbamos de esa clínica, no quería irme sin ver a Bolita.
Y le vimos. Ahí estaba latiendo a 160 latidos por minuto. Por primera vez, y supongo que por los nervios que había pasado previamente, se me cayeron unas lagrimitas al verle. Pensé “jolín, bichito, que pase rápido el tiempo y por fin podamos estar juntitos los tres”.
El ecógrafo no tenía tanta calidad como la otra vez, y se veía bastante mal. El hombre que nos hizo la ecografía iba a toda leche tomando las medidas de rigor, y solo un momentito, pude ver como Bolita movía la mano. No pudimos disfrutar de más movimientos porque en cuanto tuvo el valor del pliegue nucal, la ecografía terminó.
Fue entonces cuando dijimos que no volveríamos más, y con un sabor muy amargo, nos fuimos de allí.
Lloré de rabia, de impotencia.
Vamos a ver, a mí me dicen que una prueba como el Triple Screening no la cubre el seguro al principio de todo, y puedo decidir, si pagar por ella porque me apetece o buscarme otro sitio. Pero nadie, NADIE, me dijo nunca nada. Y yo nunca llamo a mi seguro para preguntar qué entra y qué no, porque hasta ahora, siempre me lo han sabido decir allá donde he ido. Y ya son unos 7 años tirando de seguro, de autorizaciones y de movidas varias.
¿Me estás diciendo que mi seguro cubre una FIV y no cubre un Triple Screening? ¡Venga hombre!
Por eso, cuando escribí un tuit a dicha clínica y aún encima no me pidieron perdón, sino que me dijeron que me informase mejor, lo supe.
@mamaingeniera tomamos nota de tu comentario. Sin embargo, te recomendamos que el tema de cobertura de las pruebas lo consultes con tu mutua
— Salud Mujer Dexeus (@DexeusMujer) Mayo 28, 2015
Yo solo soy una preñada más, ¿qué importa? Tienen otras muchas clientes que por el nombre de la clínica se dejan llevar, y su personal, deja mucho que desear, pues en ningún momento se disculparon por el disgusto que nos habían hecho pasar, sino que ponían cara de póker y “venga, hasta luego”.
Por suerte, tenemos la Seguridad Social, y el viernes que viene tendremos nuestros resultados de Triple Screening allí. ¿Os imagináis que confiamos en esta clínica y llegados a este punto nos encontramos sin nada?
Por otro lado, ya hemos buscado otra clínica en la que ya nos dijeron que “claro que entra todo!”, como si estuviese hablando en chino.
¿Qué os ha parecido? Tenía que compartir esta horrible experiencia, pero me quedo con haber visto a mi bichito, jolín, ¡qué pasada!