Revista En Femenino
Barbara McClintock dedicó toda su vida a la ciencia. A pesar de la oposición de su madre y de los prejuicios de su tiempo, Barbara se coló en las universidades más prestigiosas y se convirtió, a fuerza de horas y horas de estudio y esfuerzo, en una de las mujeres científicas más respetadas. Su campo de estudio fue la citogenética del maíz definiendo teorías tan novedosas que ni sus colegas las aceptaron. Tuvieron que pasar años y descubrimientos de otros científicos para que el trabajo de Barbara McClinktock recibiera el reconocimiento merecido. Un reconocimiento que no sólo se materializó en publicaciones científicas de gran prestigio, en premios de universidades y más de catorce reconocimientos Honoris Causa. En 1983 recibía el Premio Nobel de Medicina.
Barbara McClintock nació el 16 de junio de 1902 en Hartford, Connecticut. Fue la tercera hija del médico Thomas Henry McClintock y su esposa Sara Handy. Su familia pasaba momentos económicos difíciles por lo que la niña fue enviada a vivir con sus tíos a Nueva York. En Brooklyn, Barbara recibió su educación básica que terminó en el Erasmus Hall High School.
Joven independiente desde bien pequeña, Barbara ya sabía que la ciencia tenía que ser su ámbito de estudio. En aquellos primeros años del siglo XX, una mujer estudiando en una universidad una carrera científica no era algo ni muy común ni muy bien visto. Un sueño al que se le oponía su propia madre, quien pensaba que si su hija se dedicaba a la ciencia difícilmente encontraría un marido, algo que, de hecho así fue. La problemática económica era la segunda gran traba para Barbara.
La joven estuvo trabajando durante un tiempo hasta que en 1919, y con la ayuda de su padre, Barbara ingresó en la Escuela de Agricultura Cornell donde estudió botánica y empezó a descubrir el apasionante mundo de la genética. Uno de sus profesores de esta materia, Claude B. Hutchison, la invitó a asistir a un curso superior de esta materia que impartía él mismo. Aquello fue el principio de una vida dedicada casi exclusivamente al estudio de la genética.
Desde entonces y hasta el final de su carrera profesional, Barbara McClintock se sumergió en el estudio de la citogenética del maíz, área que la llevó a distintas universidades de los Estados Unidos además de permanecer un breve tiempo en Alemania.
En 1944 ingresó en la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos y un año después se convirtió en la primera mujer en presidir la Sociedad de Genética de América. En 1967 Barbara McClintock se retiró oficialmente del estudio científico aunque continuó investigando como científica emérita en el Laboratorio Cold Spring Harbor y se dedicó a dar conferencias sobre genética.
Premios como la Medalla Nacional de la ciencia o el Premio Albert Lasker fueron algunos de los galardones que recibió antes de recoger el más alto premio, el Nobel de Medicina en 1983.
Barbara McClintock falleció a los noventa años de edad en Nueva York el 3 de septiembre de 1992.