Revista Cultura y Ocio

La noche

Por Calvodemora

La noche fabrica embelecos. Loca, la noche conquista quimeras. Ebria, sin amante que la escuche ni la siembre, la noche es un ansia de vida reposada, una guía de amor sin truncar del todo, un vértice secreto de semilla buscando un cuerpo, de palabras buscando un texto. Oh noche de Lope de Vega, ah la noche de mi herido San Juan, tú siempre, noche trasunto de mis días, gran noche levantada hacia mi alma, izada hacia mi alma, convertida en alimento de mi alma, yo te abrazo desde la cárcel de mi alma, sin esperanza de entrar de verdad en la tuya.


Pasamos la noche abrazados a la muerte. La pequeña, la muerte dulce sin bajas visibles ni plañideras. Oh miradlo: está el que sueña embarrancado en su abismo, zombi puro por azar. Mirad cómo se tensa su rostro, cómo mueve las manos sin saberlo. El dormido es un muerto accidental al que la vida reclama para que cuente lo que ha visto. Yo he visto la sílaba de las cosas, el centro exacto del cosmos, la razón de que tengamos alma, pero después se me han perdido esas revelaciones, las he dejado en la noche, en el libro de lo oscuro. Allí están, anudadas, encendidas sin luz, las palabras de los hombres. Ahí volcamos la enfermedad y la alegría, el cuerpo al que prevenimos del pánico de que se nos muera y el alma que tutelamos hasta que nos deja.

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