Estamos en el Territorio de los Roijales. El “infame Umayya, cuya soberbia le llevaba a denominarse Rey sin serlo” es un poderoso musulmán de Aspe que ha incurrido en la tiranía de rapiñar cuanto se encuentra a su alrededor, causando pobreza, miedo y estropicio a los lugareños. El rey legítimo es Kharuyn, famoso por sus artes mágicas y prendado de la infanta Rosvinda, quien no puede serle entregada en matrimonio porque ya se encuentra comprometida por su padre con el infante Fernando de Aragón. Celoso por ese presunto desdén que se le inflige, la rapta y reduce al papel de cautiva, concibiendo con ella a una niña (Zulaida). Luego mata al padre de Rosvinda y al infante Fernando.
Con ese sangriento punto de arranque se inicia la historia legendaria de “La Encantá”, una muchacha que se encuentra entre dos mundos (el cristianismo y el Islam) y que, escindida por lealtades contrapuestas, se ve sometida a una mágica venganza que la sumerge en las profundidades de la Tierra hasta que, en la noche de San Juan, alguien pueda acudir en su auxilio. En este relato, que Salvador García Aguilar acomete con una prosa bruñida y de aroma arcaizante, asistimos a batallas, emboscadas, hechizos, traiciones, envidias, mezquindades, amores y tristezas, que nos recuerdan a las viejas historias del mundo medieval y del folclore, que seguramente producirían escalofríos al escucharlas de noche, al amor de la lumbre.
Tampoco habría sido una mala idea leerla con esa ambientación, que me atrevo a sugerirles.