El 24 de diciembre es sinónimo de celebración y reuniones familiares. Sin embargo, la ciudad de Madrid no guarda un grato recuerdo de esta señalada fecha en un año concreto, 1734.
La Nochebuena de 1734 se produjo uno de los incendios más dramáticos de la ciudad, el que terminó con la existencia del Real Alcázar tras cuatro días de angustia. El Real Alcázar ocupaba parte del solar en el que ahora se levanta el Palacio Real, tuvo su origen en la fortaleza musulmana del Siglo IX que dio lugar a Madrid, auténtico germen de la ciudad. El edificio, a base de ampliaciones y reformas, fue ganando peso hasta convertirse en la residencia real con el traslado de la corte a Madrid. El incendio se produjo siendo rey Felipe V, el primer Borbón que reinó en España, a quien no le gustaba para nada este edificio como residencia, ya que lo veía muy simple y austero.
El hecho de que el monarca hubiese criticado abiertamente el edifico, provocó que algunas malas lenguas dejasen entrever que el incendio había sido encargo del rey. Lo cierto es que fue un descuido lo que provocó este desastre que arrasó con un gran patrimonio de todo un país. Por lo visto, cerca de la medianoche, el fuego se originó en el cuarto de un pintor de la corte llamado Jean Ranc, donde las llamas de una chimenea alcanzaron de forma furtiva unas cortinas. Sin que nadie se percatase, el fuego fue engullendo muebles y telas a la vez que ganaba fuerza y tamaño. Su voraz apetito no tenía fin así que pronto dio con toda su virulencia con el esqueleto de madera del viejo alcázar.
La familia real no estaba presente en el edificio ya que estaban disfrutando de la Nochebuena en el Palacio del Pardo. Sí permanecían en él criados y sirvientes que pronto notaron la presencia y las malas intenciones del inesperado inquilino. Algunos empezaron a poner objetos a salvo mientras que otros se apresuraron a dar la voz de auxilio. Los monjes de un monasterio cercano fueron los primeros en enterarse y repicaron las campanas para alertar a la población. La coincidencia con la festividad de la Nochebuena hizo que la gente hiciera caso omiso a la llamada de socorro pensando que el repiqueo de las campanas se debía a la Misa del Gallo.
Tras cuatro días de incendio, por fortuna, sólo hubo que lamentar la pérdida de una vida humana. Sin embargo, el paso del fuego terminó con un patrimonio de valor incalculable. Ante el avance de las llamas se perdieron joyas y objetos únicos, tapices y muebles junto a documentos de la corona española. Además, más de 500 lienzos quedaron reducidos a cenizas sin poder hacer nada por salvarlos. No obstante, no penséis que no se trabajó a raudales para salvar objetos del pasto de las llamas. Según las crónicas “se cargaron cinco carros con caballos y mulas con oro, plata, joyas y monedas del ajuar de los infantes y salieron arreando”.
Uno de los cuadros más famosos de toda nuestra obra pictórica fue testigo de aquel triste suceso y se salvó in extremis. La pintura de las famosas Meninas de Velázquez se desclavó de la pared y se arrojó por una de las ventanas. No fue lo único que salió volando a través de los marcos ya que desde monedas hasta mobiliario, cientos de objetos fueron lanzados al vacío en un intento desesperado de salvarlos.
En total, tras casi cien horas de angustia y drama, un paisaje desolador, ruinas y humo que cuatro años más tarde cambiaron para siempre el paisaje de Madrid. En 1738 comenzaron las obras de la nueva residencia de los monarcas, el Palacio Real. Sin duda, una nochebuena que cambió para siempre el paisaje de Madrid.
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