Ayer os presentaba a la nodriza más longeva que se conoce en la historia. Hoy nos vamos al otro extremo y os presento a una nodriza muy joven. No sale en ningún libro pero para mí es la más bonita de todas: mi Pequeña Foquita.
Hace unos días que me daba a sus muñecos cuando terminaba una de sus tomas y me pedía que también les diera a ellos. Pero la semana pasada la sorprendí cogiendo a varios de sus amigos de plástico y peluche, los cogía acunándolos y hacía el gesto de darles el pecho. Me miraba y me decía: Mia mama, doy abiló (doy el pecho). Al tiempo que hacía este gesto tan tierno me miraba con una sonrisa orgullosa, yo creo que pensando que estaba haciendo lo mismo que mamá.Este es un ejemplo más de que los niños aprenden sobretodo por imitación. Soy consciente que mi pequeña olvidará este período de su vida y muy posiblemente de mayor no recordará que jugaba a darle el pecho a sus muñecos pero para eso estaré yo, para explicárselo y quizás un día ella haga lo mismo con su bebé. El tiempo lo dirá.