Nodriza de Luis XIV
Charles Beaubrun
Hasta hace poco más de un siglo, con la llegada de las leches de fórmula, las mujeres que no querían dar el pecho y se lo podían permitir, contrataban a otras madres que acaban de tener un bebé para que alimentaran al suyo también. Así, muchos bebés de la aristocracia y la burguesía eran separados voluntariamente de sus madres y trasladados a vivir al hogar de su nodriza hasta que el periodo de lactancia terminaba. Este tiempo podía ser desde unos pocos meses hasta incluso largos años. Otros bebés tenían más suerte y sus madres alojaban a las nodrizas en sus propias casas. A lo largo de la historia han existido miles de nodrizas que han quedado en el olvido. Algunas tuvieron la suerte de ser inmortalizadas gracias a la pintura como la famosa nodriza del rey francés Luis XIV, Longuet de La Giraudière, retratada por Charles Beaubrun. Otras aparecen en los libros como la nodriza de Mahoma, Halimah bint Abi Dhuayb. Pero la nodirza sin duda más excepcional que se conoce es Judith Waterford, un ama de cría del siglo XIX que aún daba el pecho con 81 años de edad, demostrando que una mujer podía dar el pecho toda su vida. Waterford no sólo fue la nodriza más longeva sino posiblemente también la más efectiva, pues llegó a producir hasta dos litros de leche al día.