Esmeralda García Ramírez
El marxismo no tendría vigencia o sería algo del pasado si y solo si hubieran desaparecido las circunstancias que le hicieron nacer y ocupar el papel de ser la teoría necesaria para cambiar al mundo. En contraposición, el capitalismo se mantiene, no ha desaparecido, no ha acabado la explotación que los grandes capitales imponen sobre el 90% de la población. ¿A quién le interesa que la izquierda y la gente que lucha por la construcción del mismo, crea que el marxismo es anacrónico? Solo le interesa a los que tienen el poder y manejan a su antojo los climas de opinión dominantes. Otra pregunta interesante ¿por qué es ser de izquierdistas trasnochados luchar por la libertad, por un mundo sin explotación ni opresión? Esto se debe a que la ciencia del marxismo no es neutral, toma partido a favor de los explotados, ya que su razón de ser no es interpretar al mundo, sino transformarlo en beneficio de esa clase explotada. Lenin manifestaba que en una sociedad fundada sobre la lucha de clases, no era posible una ciencia social imparcial, por lo que debía ser tratada como “secta perniciosa”. En este sentido, los que pretenden reducir el marxismo a un método de análisis traicionan su esencia, no podrán nunca comprenderla. Los izquierdistas trasnochados creen que acabar con la explotación es una utopía y la izquierda se tiene que conformar con los avances del capitalismo. Hoy se pretende ocultar la historia revolucionaria de la lucha de los pueblos, sobre todo la ideología y su pensamiento. Lenin, Fidel, Chávez, afirmaron que “sin teoría revolucionaria, no puede haber tampoco movimiento revolucionario”. Lenin tuvo que combatir las desviaciones economicistas y reformistas de los partidos de la 11ª Internacional y evidenciar que abandonado a sí mismo, a sus luchas espontáneas, el movimiento obrero solo puede generar reformismo, solo lucha por vender en mejores condiciones su fuerza de trabajo, pero no puede llevar adelante una lucha política revolucionaria que le libre de la dictadura del capital, para esto precisa de la teoría científica que muestra cómo se desarrolla el capitalismo y qué ha de hacer para liberarse, debido a que la conciencia revolucionaria de clase, deriva de fuera de esa lucha económica, no es espontánea, necesita de la teoría, de la formación con conciencia revolucionaria; de lo contrario surgirá un izquierdista light que busca crear una nueva clase: “la burguesía revolucionaria”.
En teoría esta nueva clase social no existe, solo está en la imaginación de los enemigos del socialismo, que visten de rojo y se identifican como “izquierdistas light”. En Venezuela este fenómeno antirevolucionario comienza a salir del clóset en esta era del presidente Maduro, quien se ha rodeado de ministros que llaman a la creación de la “nueva burguesía revolucionaria” y de diputados fariseos que engañaron al pueblo para llegar a ocupar un curul para promover la Ley Orgánica de Zonas Especiales (LOZE), cuyo propósito es tenderle una alfombra roja al sector privado, tenderle la mano, comprenderlo, para con su experiencia (la de los empresarios) apropiarse del crecimiento de la economía de Venezuela. Además esta ley contempla la protección de la inversión nacional e internacional; sin dejar a un lado evaluar eliminar las expropiaciones que se ejecutaron en la era del comandante Chávez, revertir las mismas cuando el sector privado así lo requiera, la cual tendrá el apoyo del gobierno. Esto sin considerar la dolarización desenfrenada existente en el país, que terminó de desaparecer la moneda nacional: el Bolívar, impulsando así la dependencia monetaria y económica del imperio. Con esta postura tan irracional, antirevolucionaria, antisocialista y antibolivariana, los nuevos burgueses que surgieron de este proceso, aprovechando la coyuntura política de Chávez y de Maduro, dejan ver tácitamente ante el país y el mundo que Chávez se equivocó en todas sus políticas. No sirvió para nada los discursos del comandante, ni sus enseñanzas, ni haber estatizado las empresas privadas (a pesar de que le indicaron que no lo hiciera porque se podía caer la Bolsa de Valores de Caracas, a lo que él respondió “con tal no se caiga mi país, qué me importa que se caiga”), tampoco sirvió haber entregado su vida para profundizar la bandera del socialismo. Estos fariseos deben ser sacados del poder político y gubernamental que ostentan, pues una revolución no se hace con izquierdistas a medias o fariseos, sino con izquierdistas íntegros, radicales, con conciencia revolucionaria, con formación científica y teórica, porque no se puede crear un sistema socialista si éste no va acompañado del movimiento obrero para generar las transformaciones necesarias para combatir las desviaciones; no se puede llevar adelante una lucha política revolucionaria antiimperialista que le libere de la dictadura del capital si no precisa de una teoría científica para derrotar el capitalismo y liberarse de su explotación.
Solo revolucionarios a la altura de Lenin, Mao Tse Tung, Fidel y Chávez tuvieron la capacidad de ver más allá del reformismo parlamentario. Por ello iniciaron una lucha teórica acérrima con quienes les siguieron y contra sus adversarios, pues la conquista no era solo la de lograr un gobierno revolucionario, iba más allá; pero eso no lo entendieron, por ejemplo, muchos chavistas y de aquí se desprendieron los chavistas lights, o los maduros sin Chávez, o la burguesía revolucionaria, o los protectores del sector privado, los que le van a colocar la alfombra a la burguesía empresarial. Se le olvida a quienes promueven la LOZE que esa clase esclavista planificó junto con la derecha venezolana un golpe de Estado en el año 2002 contra Chávez; que instó en ese mismo año a un paro nacional que se convirtió en un paro petrolero, para tumbar a Chávez, sometiendo a la población al hambre y a sus trabajadores al sometimiento de sus órdenes; que siguió apoyando intentos de golpes de Estado contra Chávez y Maduro; que apoyó y financió a los guarimberos para desestabilizar al país; que escondió los alimentos generando una escasez para hacer creer que en Venezuela no había producción y luego revenderlos a precios especulativos; que esta clase se ha llenado de dólares y continúa desangrando la economía del país; que no reconoce que existe una clase obrera que se resiste a sus políticas esclavistas por atentar contra los derechos laborales. Ese es el sector salvaje, esclavista, antirevolucionario, antichavista, que le va a tender la mano el gobierno para que vuelva a joder al pueblo. “Qué de cosas veredes, amigo Sancho, que harán hablar las piedras”. Revertir las políticas de expropiación de Venezuela es un síntoma que perjudica no solo a la revolución sino al mismo gobierno, es una debilidad que la asoma en vista de que no supo direccionar, ni controlar, ni supervisar sus propias empresas, por haber colocado al frente hombres con poca probidad y con poca formación socialista. Esta práctica de ineptitud e ineficiencia es propia de un sistema capitalista, de hombres que tienen enquistados en su mente el chip del consumismo, de atentar contra el colectivo, de buscar sus propios beneficios.
Lenin presentó un documento que pasaría a la historia como Las Tesis de Abril, en donde expuso las tareas principales del proletariado y su papel en la revolución que se aproximaba. El programa contenido en Las Tesis de Abril lo resumiré bajo una adaptación en nuestros tiempos, en los siguientes cinco puntos: la guerra es imperialista, de rapiña y es imposible acabar con ella bajo una paz democrática, en sumisión, sin derrocar al capital. La tarea de la revolución es poner ahora, Hoy, el poder en manos del proletariado y los campesinos pobres, no a la burguesía empresarial ni revolucionaria; ningún apoyo al gobierno burgués; no a la república parlamentaria; volver a ella es un paso atrás. La lucha por la dictadura del proletariado como instrumento necesario de la revolución para avanzar hacia el socialismo. La liquidación de los latifundios terratenientes y la entrega de la tierra a los campesinos; nacionalización de la banca y de las empresas privadas, especialmente aquellas que tienen un monopolio y juegan con las necesidades del pueblo. Celebrar de manera urgente y expedita un congreso del partido, con todas las fuerzas progresistas del país y construir una internacional revolucionaria, en alianza con las clases oprimidas de la clase burgués, para ello se deben eliminar las divisiones y los faccionalismos internos. Estos aspectos orientan el papel que debe tomar hoy el proletariado, ya que hay que dar respuestas a los nuevos problemas, criticando los puntos más débiles. El problema radica cuando desde estas posiciones se critica al marxismo para taparse las vergüenzas de haber caído en lo “atractivo del reformismo burgués”, coyuntura que aprovecha el imperio y la derecha para atacar al socialismo. El gobierno venezolano se va entregando poco a poco al capitalismo: ya ha vendido varias empresas estatizadas, ha dolarizado al país, hace alianzas con el sector privado y los evangélicos. Mientras esto ocurra será difícil el nacimiento de un nuevo sistema; la formación del hombre nuevo, de la patria libertaria. Nos han dominado más por la ignorancia que por la fuerza.
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