Este es Fernando en la entrada de su puesto de trabajo, un compañero que pertenece a la empresa contratada para prestar los servicios de vigilancia en las instalaciones de Tussam.
Fernando lleva trabajando en Tussam casi desde que yo tengo memoria, y llevo tres décadas en esta empresa y jamás ha causado problema alguno.
Fernando ha cometido un pecado imperdonable en su vida: cruzarse en el camino de un tipo llamado Carlos Arizaga de Pablo-Blanco, gerente de Tussam.
Fue despedido por su empresa a instancias (exigencia) de la dirección de Tussam por un hecho que él no cometió en el desempeño de su trabajo. Reclamó en la magistratura contra lo que consideró, y así fue, una decisión injusta.
Hace poco, tras haber estado algunos meses despedido y buscándose la vida como ha podido para sacar adelante a su familia, se celebró el juicio en la Magistratura sobre su despido.
Y Fernando, como no podía ser de otra manera, ha ganado y la empresa se ha visto obligada a readmitirlo en su puesto de trabajo.
Esta mañana se ha incorporado a con la alegría retomada al centro de control de seguridad de las instalaciones de Tussam. Pero cuál no habrá sido su sorpresa cuando, al incorporarse, le han dicho que Carlos Arizaga, ese demócrata de toda la vida, no lo quiere ahí. Y no le han permitido entrar a trabajar.
Así que Fernando lleva toda la mañana plantado ante la entrada de su puesto de trabajo esperando que le permitan acceder y realizar su labor como siempre. Pero ese obstáculo permanente para las libertades individuales y la democracia llamado Arizaga se niega. Porque para él, como para todo buen cacique que se precie, no existe otra ley que la suya, que la que le sale de los sueños de dictador.
Algún día escribiré aquí un artículo sobre para qué sirven las contratas en una empresa como Tussam, ellos lo llaman "externalizaciones", y probablemente más de uno se lleve una sorpresa sobre la variedad de "usos" de que pueden ser objeto, algunos incluso sin tener nada que ver con la tarea para las que fueron contratadas.