El ateneo republicano de Lavapiés acaba de sacar a la venta al módico precio de cuarenta euros más gastos de envío, camisetas de la selección española con los colores de la bandera republicana, hartos de que los componentes de la roja, se envolviesen en enseñas royas y amarillas de incuestionable ascendencia franquista.
Me parece muy bien; cada uno es libre de comercializar camisetas y lo que le parezca, dentro de los márgenes que establece la ley, y cada cual tiene el derecho a comprar o no comprar, no solo el derecho, sino la posibilidad económica de hacerlo, porque cuarenta euros no son moco de pavo. Los beneficios se destinarán a actividades del ateneo que, en caso de ser importantes, acabarán por empapelar el país con la bandera tricolor, impuesta hace muchas décadas por una república que pronto perdió su razón de ser.
Si se vendiesen en la red camisetas con los colores nacionales y el escudo preconstitucional, se tacharía de fascistas a comerciantes y clientes, mientras el progresismo militante mesaría sus cabellos ante semejante desatino, ignorando que la bandera roja y amarilla, data de tiempos muy anteriores a la dictadura y que fue precisamente la república, quien implantó una bandera tricolor que jamás había representado a nuestro país. Dice el Sr. Ruiz que se hizo un uso político del campeonato mundial de fútbol ganado por España, seguramente porque a este caballero le repatea escuchar el nombre de su país si no se precede por el término república, como la francesa, pero la verdad es que, de momento, somos reino y aunque a mi me de igual, modificar esta situación ha de ser el fruto de un consenso muy amplio entre todos los españoles. Después, los nostálgicos, tanto de los de los escudos como los de las enseñas tricolores, pueden hacer camisetas, grímpolas o banderitas, no constituyendo más que un recuerdo trasnochado de una época afortunadamente superada, de nuestra historia más reciente.
