Soy un ansias cuando se trata de Príncipe Valiente. Es mi tebeo favorito, el que rescataría del incendio si sólo pudiera llevarme uno. En él se conjugan toda la experiencia humana. La épica, el romance, el humor, lo cotidiano, la comedia, la ironía, la generosidad, la vileza… Su autor, Harold Foster, no es sólo el mejor dibujante que haya trabajado en el medio, también es un magnífico guionista y un excelente narrador. Sus páginas están magistralmente planificadas, cada viñeta es un despliegue prodigioso, cada personaje goza de una caracterización perfecta. La historia de Príncipe Valiente no sólo es emocionante, está maravillosamente contada.Cuando saltó la noticia de que Planeta De Agostini tenía planificada una nueva edición “definitiva” de Príncipe Valiente a través de su departamento de coleccionables, no pudo ser acogida con más susceptibilidades entre los connaiseurs. La culpa no es sólo de la suspicacia que despierta la editorial entre los aficionados a los clásicos, sino que lo es también en gran parte a causa de una promoción llena de tópicos abstractos y lugares comunes que no significan nada. La misma retórica vacia que utilizan tanto para vender colecciones de abanicos como de porcelana china publicitarios a sueldo que no tienen ni repajolera idea de lo que hablan. “Edición definitiva y en gran formato a todo lujo para coleccionistas”. My ass. No se puede decir menos con más palabras. Pero yo, que siempre ando a la caza de esa “edición definitiva” del que considero que es el mejor cómic de la historia, tenía que picar una vez más.
Mi historia con las muchas ediciones que se han hecho de Príncipe Valiente es larga. La versión publicada por Buru Lan, con la que mi inicié siendo muy niño, es mi primer amor. En su gran tamaño descubrí aquellas aventuras fascinantes y aquellos dibujos que me deslumbraron. No se parecía en nada a lo que había estado leyendo hasta el momento. Luego llegó B.O., en blanco y negro, donde pude asombrarme, a pesar de la pobre reproducción en muchos casos, con el trazo genial de Foster sin que quedara disfrazado tras el colorido. Más tarde también me hice con la de Ediciones B, una versión en color que, sin ser una maravilla, mejoraba el de Buru Lan. A la más reciente de Planeta, mi primera en tapa dura, le tengo especial inquina. Los tres primeros números eran vergonzosos, el papel desafortunado, y con el resto de la impresión bastante deficiente. Todavía me hiere verla en mi estantería.
Hasta que llegó la despatarrante restauración del luchador Manuel Caldas. Concienzuda, meticulosa, su labor de arqueólogo bien conocedor de su objeto de estudio, reproduce cariñosamente en blanco y negro una edición que lleva lágrimas a los ojos hasta del aficionado más pejigueras. La suya es la mejor reimpresión hasta la fecha, toda una delicatesen. La última edición de Príncipe Valiente que he empezado a coleccionar es la de la casa norteamericana Fantagraphics. Desde siempre me había apetecido tener una edición en versión original y esta era la mejor que había sido publicada hasta el momento, en gran tamaño de verdad, restaurada y en color. Justo ahora es cuando Planeta de Agostini vuelve para enmendar el desastre que cometió con la última vez que publicó Príncipe Valiente. Y debo decir que la colección que presenta tiene muchas cosas a su favor.Lo mejor es que ha echado mano de la versión que está poniendo en la calle la editorial alemana Bocola. Este Príncipe Valiente luce una buena definición de línea y un color muy atinado. El papel escogido es excelente, sin brillos, grueso y con una tonalidad cercana al de periódico. El tamaño, a medio camino entre la anterior de Planeta y la actual de Fantagraphics, no está mal, aunque yo siempre lo preferiría más grande, y la rotulación, buen detalle, imita la original de Foster. Tiene también sus defectos. El diseño de portada y de la colección entera quedará muy aparente en la estantería cuando vengan las visitas, pero a mí me parece un horror al lado de la elegancia clasicista de Bocola. No ofrece los resúmenes de la primera viñeta (en los que Foster muchas veces deslizaba irónicos comentarios) ni los “next week” de la última, con lo que en muchas ocasiones queda un incómodo manchurrón de color incoherentemente plano. Pero con todo, recomiendo esta colección si lo que el aficionado busca es la mejor edición en color y en español (atención a las cursivas) que se puede encontrar ahora mismo. Yo, junto con la de Fantagraphics y la de Manuel Caldas, también me la voy a hacer. Tanto para Planeta.
Fran G. Lara
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