La Izquierda en el Perú ha perdido su rumbo. La diversidad de tendencias e ideologías y el obsoletismo de las ideas en sus cabezas visibles ha logrado que exista una división en momentos en que debería de primar la consolidación. Por primera vez llega al poder un movimiento netamente de Izquierda y la división es visible, aún no se cumple ni un año de gobierno y ya observamos a un Ollanta Humala convencido de mantener el status quo económico (el programa neo liberal) y a una clase política de Izquierda divorciada de él por que no cree en la economía de mercado.
China lleva décadas entendiendo que es necesario generar riqueza para poder distribuir, décadas donde se ha dado cuenta que sus fundamentos maoístas no se adecúan a las necesidades de los seres humanos y que en vez de lograr la libertad ansiada, tanto en lo social como en lo económico, lo único que alcanza es a concentrar el poder en un pequeño grupo que cree tener la autoridad suficiente como para normar las vidas de las personas.
La Izquierda peruana, lamentablemente, siempre se caracterizó por su tendencia hacia lo radical, muchos de sus integrantes comulgaban con el comunismo y el socialismo, y es así como comienza a generarse la confusión y a su vez la estigmatización del término, razón por la que, ya con la aparición de Sendero, ser de Izquierda era casi ser como ser pro senderista. Lamentablemente el Partido Comunista del Perú se levantó en armas y se convirtió en un grupo terrorista y con ello arrastró a la toda la Izquierda, claro está, sólo en las mentes poco privilegiadas de la intelectualmente paupérrima Derecha peruana.
Sin embargo los líderes izquierdistas no supieron tomar la distancia debida, quizá por temor, de aquél sector radical que optó por la “lucha armada”. Recordemos que aquellos que se opusieron directa y frontalmente terminaron asesinados o amenazados por Sendero, y los sobrevivientes no supieron tampoco adecuarse a los nuevos tiempos, no supieron evolucionar y modernizar sus ideas.
El Perú siempre ha votado favoreciendo a las ideas de Izquierda, y es un voto que va contra el sistema que ha gobernado el Perú durante siglos, desde la llegada de los españoles con un sistema de abuso del poder económico donde las normas las generan grupos de poder para su propio beneficio y donde cuentan con la toda la impunidad para realizar actos de corrupción muchas veces al amparo de efímeros crecimientos económicos como el vivido en la actualidad, sin embargo ese poder detentado no ha sabido distribuir su riqueza adecuadamente sino por el contrario ha pugnado por engrosar sus arcas siglo a siglo. Algunos podrán discutir que el Perú ha contado con gobierno con diferentes estilos, pero lo que no pueden discutir es que detrás de ese gobierno siempre han estado los mismos grupos de poder tendientes a la derecha.
Hoy la situación es similar, el Perú vive una bonanza económica aparente sustentada en el precio de los metales, pero es harto conocido que esta bonanza no llega a todos los sectores, menos aún a las zonas alto andinas y del oriente, relegadas hasta los picos más altos de la extrema pobreza por más de 200 años, beneficiándose sólo en forma esporádica con un incomprensible clientelismo como el otorgado por la dictadura fujimorista, como cuando se da un caramelo a un niño cansado de caminar buscando su camino a casa para que no moleste y se contente momentáneamente.
Con Toledo se desaprovechó la posibilidad inmejorable para cambiar ésta situación. Lamentablemente pesó más la labor por reconstruir el desastre económico del fin del fujimorato y de mantener la economía en poder de los mismos actores de poder de siempre. El tener rasgos andinos, el representar al peruano marginado que remontó la adversidad y logró triunfar llevó a Toledo a detentar el poder para acabar convirtiéndose en parte de aquello que tanto criticaba en su campaña electoral.
Alan García lamentablemente volvió al gobierno y con él, la misma soberbia y ego que llevan a hacerle creer que su concepción del mundo es la correcta, sin poder percatarse que sus creencias rayan el fascismo más extremo, a parte de no haber podido superar aquella facilidad para relacionarse con actos de corrupción, habiendo superado ya su estatus de novato que casi destrozó al país y que tuvo que fugarse para no pagar con la cárcel sus delitos, regodeándose en la desfachatez de haber vuelto en el momento oportuno de la prescripción de sus delitos.
Belaúnde, Velazco, Odría, Bustamante y demás presidentes han sido, sin lugar a dudas, intentos fallidos de más de lo mismo, disfuerzos por engañar al pueblo con la promesa de un cambio para mantener el status quo de siempre.
Humala, a quien podríamos llamar propiamente “primer presidente de Izquierda”, no ha entendido, o no ha querido entender, cuales son las necesidades básicas del país, haciendo a un lado la causa que embanderaba su campaña, confrontar la exclusión social y reducir drásticamente los niveles de pobreza. Mantener el modelo de economía de mercado no implica un divorcio abrupto con las necesidades de la población entendiendo por principio que ésta no es exclusiva de las grandes corporaciones ni de los grandes inversionistas. Existen muchos peruanos emprendedores quienes ven en su esfuerzo una manera de subsistir y es allí donde el estado debe intervenir, no para “regalar” nada, sino para fomentar e impulsar la creación de empresas con asesoría e inversión. La creación de una banca de fomento estatal podría canalizar recursos del estado hacia las pymes con tasas de retorno atractivas y competitivas. Si el estado ha demostrado que sabe administrar la economía del país ¿por qué no podría administrar de adecuadamente una Institución Financiera de Fomento?. En los países del primer mundo, inclusive en los Estados Unidos, cuna del capitalismo, el estado interviene de manera indirecta en la facilitación de capital para pequeños negocios fomentando de esta manera su crecimiento y la generación de empleo a menor escala que pueda sostener la economía.
Es por eso que resulta imperativo la intervención del estado como órgano de fomento y control de la actividad económica, asimismo, debe fortalecerse al empresariado nacional y buscar su posicionamiento en mercados externos a través de inyección de capital que les permita a estas empresas intervenir de manera activa en economías emergentes y sólidas, con ello no sólo se generaría dividendos para el país sino que también nos daría la oportunidad de exportar profesionales.
El Perú debe pasar de ser una economía receptiva a una economía proactiva. Para este fin es imperativa la inversión en investigación y desarrollo, que el estado tenga como prioridad la investigación en todos los sectores productivos rentables con la finalidad de lograr mejores productos, rentables y de bajo costo. Podríamos, por ejemplo, pensar entonces en un centro de desarrollo e investigación culinaria donde se busque la manera de masificar nuestra comida a bajo costo y de fácil elaboración para poder venderla al mundo de la misma manera como se vende la comida china, sólo por mencionar un ejemplo. Partiendo de ese principio podríamos elaborar desde insumos hasta investigación científica para desarrollar medicamentos o nueva tecnología agroindustrial y porqué no, nueva tecnología metalúrgica.
La nueva Izquierda peruana debe entender que el capital es importante y que la intervención del estado a nivel de fomento y control es sustancial para garantizar un crecimiento económico sostenido y con una base social que abarque a todos los actores económicos, desde los mas deprimidos hasta los mas desarrollados, una nueva izquierda que tenga a la tolerancia como norma y al pueblo como fin, una nueva izquierda que tenga la nobleza de la lucha de sus antecesores y que a la vez tenga como norte modelos económicos exitosos, teniendo siempre al factor social como piedra angular del desarrollo.
Entendamos que la única manera de salir del sub desarrollo es evolucionando a nuestra sociedad y para esto se deben cambiar las bases del sistema actual, mantener lo correcto respecto a la economía y modificar las estructuras productivas del país, invertir en ciencia y educación así como en la promoción de auténticos en valores de conviviencia y tolerancia, que eliminen el plagio y la procrastinación de raíz, generar una sociedad ganadora con reglas de juego limpias y claras, una sociedad donde sea desterrada de una buena vez la tan famosa y dañina “criollada”.
¿Nacerá esta nueva izquierda? Yo creo que es posible, ello depende sólo de nosotros, de los que realmente amamos al Perú y lo anhelamos en la forma de una gran nación, donde el alto andino y el amazónico no tengan motivos de recelo contra el costeño por causa de una igualdad de oportunidades imperante.
Edición: Aliester Holliday @The_Gunman (twitter)