Quizá nos pilla algo lejos, pero desde aquí queremos congratularnos de que la Corte Suprema de los Estados Unidos haya aprobado y declarado constitucional la ley propuesta por el gobierno del señor Barak Obama que determina que nadie quede sin protección de su salud y que genera una serie de obligaciones para los estados, las corporaciones y las personas. La provisión del Tribunal supremo ha tenido un largo y tortuoso recorrido legislativo y una fuerte contestación desde diferentes ámbitos, políticos, profesionales y técnicos. Pero como ha dicho Obama en su alocución al saber la noticia de la aprobación: “Lo que el Tribunal Supremo ha dicho es que en el país más rico del mundo, una enfermedad o un accidente no puede ser la ruina de una família.”
Los oponentes y, entre ellos el candidato contendiente por el partido republicano a las elecciones a la presidencia del próximo mes de noviembre, aducen que “se trata de un impuesto”. Eso es, entre otras cosas, una obviedad: todos los sistemas de salud universal nacionalizados se financian a través de los impuestos, como sucede en España. La única otra opción es que se financiase con donaciones filantrópicas de los más ricos y de las corporaciones multimillonarias… pero no me parece un escenario posible ni aún en la más generosa de las sociedades.
Mi opinión personal es que con esta ley los Estados Unidos entran en la modernidad y salen de la vergonzante situación en la que 60 millones de ciudadanos intentaran sobrevivir sin cobertura sanitaria. Me alegro especialmente por los muchos de ellos pertencientes a la comunidad hispana que en las generaciones más recientes llegaron a Norteamérica con la ilusión de que realmente fuera “el pais de los hombre libres y el hogar de los valientes” como dice el himno nacional. Porque huir de la opresión de gobiernos totalitarios y represivos hace a los hombres libres y afrontar los problemas de dejar el propio país y embarcarse en la aventura de la emigración es una empresa de valientes.
Unos de los más beneficiados por la nueva ley van a ser los niños más pobres que son los que más padecen las penurias de la falta de asistencia sanitaria adecuada. Una nueva generación de americanitos alcanzará la edad adulta con mejores perspectivas para su salud gracias a la ley de Protección a los Pacientes y de la Asistencia Sanitaria (economicamente) asumible.
Desde aquí felicitamos al pueblo americano y a su presidente que lo ha hecho posible.
X. Allué (Editor)