La nueva poesía

La poesía es un reflejo del mundo. La globalización ha globalizado la poesía. Y la palabra se ha quebrado poéticamente. La Nueva Poesía habla alto pero se aleja de la música para ahondar en los sentimientos, aunque éstos se hacen más superficiales. Eso no es negativo, visto objetivamente, si lo entendemos como sencillez, y sencillez no es lo mismo que simpleza. Si algo he entendido de este ya imparable "boom" (onomatopeya de explosión) de la poesía, es lo que siempre he pensado: El hombre (como colectivo) siempre ha sido poeta. Y siempre fue reprimido. La Nueva Poesía destroza los conceptos poéticos de todos los tiempo. La simplificación del lenguaje es fruto del estrés, y queda lejos de la parsimonia de Góngora para crear hipérbatos e hipérboles sonaras como el correr del agua de un río; ese río que te lleva al mar alegóricamente como símil de la vida medieval. La suavidad de Garcilaso sólo se escudriña en la Nueva Poesía como la transparencia de una nebulosa imagen en un espejo. La Nueva Poesía ha alcanzado lo que aquellos poetas vanguardista siempre buscaron y no encontraron: romper las barreras de las sensaciones poéticas. El mundo ha cambiado y la poesía con él. Ha sido irremediable y maravilloso a la vez. La cultura explota en épocas de crisis, y dura lo que el declive social marca. La diversidad de la Nueva Poesía nace de la necesidad de querer comunicarse y gritar al mundo que estamos aquí para tener voz y no ser meros espectadores y consumidores de escritos y poetas teledirigidos. La cultura poética ya no es elitista, sino social. Es una voz que rapea o canta en la ducha; o simplemente, habla para sus adentros mientras pasea. La Nueva Poesía es la liberación de la plasmación de la frustración y el pesimismo que nos toca vivir. Nunca fuimos ganadores. Háganse poetas y su felicidad se lo agradecerá.