VIII.4. SIMBOLOGÍA ORNAMENTAL
LA NUMEROLOGÍA: CONJUGACIÓN DE LO TEMPORAL Y ETERNO.LA NUMEROLOGÍA, es la ciencia sagrada que estudia el aspecto cuantitativo de los números. El significado cualitativo de los números, juega un papel importante a la hora de agrupar elementos figurados.
Así el 1 es el número de la Unidad y el Principio Creador.
El 2, es símbolo de ambivalencia y conflicto.
El 3, el ternario, el esquema de orden trinitario que en el cristianismo se relaciona con la Trinidad, se relaciona con la integridad del hombre (almas, cuerpo y espíritu), triángulo trinitario como plenitud de orden cósmico que sentencia la unidad de la trinidad e, igualmente, la división ternaria de la unidad; con el conjunto de la temporalidad (pasado, presente y futuro), es decir con una idea de la totalidad, de interrelación de mundos, de plenitud del orden cósmico y social (tú ora, tu labora y tú defiende) en que se fundamentan los estamentos de la sociedad feudal, que no pueden ser divididos porque sobre la función de uno descansa los dos restantes y todos conceden su ayuda a todos: el clero, la nobleza y el campesinado.
El 4, representa las realizaciones tangibles al ser el símbolo de la Tierra, de la organización racional, los cuatro elementos, los cuatro puntos cardinales, las fases lunares y las cuatro fases en que todo ciclo se divide naturalmente (nacer crecer, reproducirse y morir). Relacionado con las cuatro columnas que, frecuentemente, suelen tener las salas capitulares cistercienses, es símbolo totalizador de plenitud que se espiritualiza con el alado de quienes lo soportan (los evangelistas, generalmente, Iglesia de SAN PEDRO DE TEJADA, Burgos).
El número 5, expresa la unión de los desiguales. Es símbolo sagrado de salud, protección, felicidad y conocimiento. Los cinco brazos del pentalfa, representan el cuerpo del hombre con los brazos extendidos y piernas separadas, acordando una unión fecunda entre el principio masculino y el femenino. Representa al hombre total, al Adán celeste, síntesis de todos los hombres. También está identificado con el cuerpo de Cristo.
El 6, simboliza Responsabilidad y Perfección. Suma y multiplicación de los tres primeros números. Es el número Creador por excelencia y toda la geometría sagrada parte de él. Irradia perfección, pues coincide con el radio de su círculo y es la base del Sello o Escudo de Salomón, cuya estrella de seis puntas, expresa la conjunción de los opuestos.
El 7, por su parte, simboliza la coronación de un ciclo (la Creación, la revelación apocalíptica, el período semanal). Tiene fundamentalmente un sentido temporal, de ciclo cerrado, de conclusión (PUENTE de CAPELLA, Huesca).
El 8, es símbolo del equilibrio cósmico, el principio de la vida que no muere jamás. Es la resurrección, la inteligencia práctica y la comunicación. La intersección de dos cuadrados genera un octógono, que es la figura geométrica equidistante entre el cuadrado (orden terrestre) y el círculo (orden de la eternidad), y por ello hace alusión al mundo intermedio. Es símbolo de equilibrio central, de justicia y regeneración. Es el número emblemático de aguas bautismales, de regeneración, de muerte y resurrección a una nueva vida. También está relacionado con las dos serpientes que se entrelazan en torno al caduceo de Esculapio. Simboliza el eterno movimiento de la espiral de los cielos.(PILA BAUTISMAL, REDECILLA DEL CAMINO, Burgos).
El número 9 señala el fin de un ciclo, de un camino o de un estado; es el paso previo a la plenitud simbolizada por el 10.
El 10, es la plenitud de todo camino, el apogeo máximo de cualquier realización en todos los órdenes de la realidad...; alude a los diez Mandamientos y se suele representar mediante tres palomas (tres mandamientos para con Dios) unidas a siete monjas (siete para con el prójimo) como ocurre en la Iglesia de SAN PEDRO DE DUEÑAS, León.
El 11 significa la unión del Cielo (5) y la Tierra (6) en su centro, es la armonía del pecado (MONASTERIO DE NUESTRA SEÑORA DEL PECADO, CASBAS, Zaragoza).
El 12, indica desarrollo cíclico espacio-temporal de Universo (12 signos del Zodíaco, 12 meses del año). El simbolismo cristiano del 12 se remonta a las 12 tribus de Israel, pasando por los 12 Apóstoles. De ahí que la Jerusalén celeste tenga 12 puertas y 12 fundamentos sus murallas. Tampoco hay que olvidar los 12 Caballeros templarios guardadores del Templo. Pero el 12 también representa la totalidad de lo manifestado en su complejidad interna, es decir, los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego) en su estado de evolución, culminación e involución).
El 14 Los números han ido adquiriendo a través del tiempo multitud de significados, tanto en contenido histórico, cabalístico, supersticioso e incluso científico. Y, esto ha ocurrido también, por ejemplo, con el número 14. Los primeros médicos griegos sostenían que el día decimocuarto era decisivo en las fiebres, pues o bien remitían o se agravaban de modo irreversible. En la mitología egipcia es el número de pedazos en los que fue cortado el cuerpo de Osiris (El Bien) por su hermano Seth (El Mal) para esparcirlos por el Nilo, de donde fueron rescatados por Isis (El Amor) para devolver la vida a Osiris.
Para los cristianos, este número recuerda a las Estaciones del Vía Crucis (Condena a muerte, Carga de la Cruz, Primera caída, Encuentro con María, Ayuda de Simeón el Cirineo, Verónica limpia El Rostro, Segunda Caída, Consuelo a las mujeres, Tercera caída, Despojo de las vestiduras, Clavada en la Cruz, Muerte, Descenso de la Cruz a los brazos de María y Sepultura).
Pero el número 14 no está exento de supersticiones. De hecho, si hay un número que se considera de mala suerte en las culturas orientales, es precisamente el número 14 y todos sus derivados: 14, 24, 34, 44,... En realidad, la fobia que occidente manifiesta al número 13, es insignificante comparada con la tetrafobia de las culturas asiáticas. El principal motivo es que el número 4 se pronuncia casi igual que la palabra “muerte” (sì), por lo que todo aquello que lleve el número 4 - piso, planta, incluso en un número de teléfono - presupone un signo de mal augurio. Quizás este sea el motivo por el que la mayoría de los ascensores de los edificios chinos, japoneses o coreanos no tienen la planta 4, 14, 24 y sucesivas. En su lugar podemos encontrar la planta 3A, 13A, 24A... Pero, si hay un número maldito para ellos, es el 14, ya que literalmente significa “muerte súbita”. Quizás esta sea la razón que explica que en sus hospitales no aparezcan jamás ni el número 4 ni el 14.
Sin embargo, el número 14, según la Cábala, es el valor numérico de las transmutaciones, las metamorfosis, y los cambios. Puesto que se trata de un doble septenario (7 + 7), se dice que es un número doblemente afortunado. Del mismo modo que el número Pi (3,14) es una de las constantes matemáticas más importantes y populares entre matemáticos y físicos.
Y en este sentido positivo debieron interpretarlo durante la Edad Media, cuando en el siglo XIV la mortal peste negra se extendió por Europa sin previo aviso, diezmando la población en un tiempo récord, asolando pueblos y ciudades a su paso y acabando con la vida de un tercio de los habitantes de Europa. Como consecuencia de ella, perdieron la vida 25 millones de personas. En pleno apogeo de esa epidemia, al oeste de Alemania, en Renania, comenzó la devoción a los catorce "Santos Auxiliares". El pueblo pidió la intervención divina y auxilio de 14 santos para ser curados o salvados de aquella terrible enfermedad. El culto se extendió rápidamente por Europa y, al parecer, según dicen algunos, desde aquel momento la peste empezó a remitir. Y, a pesar de que siguieron algunos brotes aislados, los milagrosos santos pudieron vencer finalmente al bacilo Yersiniapestis.
Quizá alguno de vosotros os preguntéis a qué obedece que en uno de los capiteles del claustro de Santa María de Alquézar el rebaño de Abel aparezca representado con catorce ovejas.
También aquí encontramos una posible simbología numerológica de la vivencia de Adán y Eva en el Paraíso donde se nombra y enumera a toda su posterior descendencia hasta la Genealogía de Cristo. Y adivinemos cuantos "hijos" (entiéndase generaciones) se les atribuye: " Así que el total de las generaciones desde Abrahan hasta David es de catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, otras catorce; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, otras CATORCE" ( Mat. Cap. I, 1-17).
Sección para "Curiosón" del grupo "Salud y Románico".