En un enorme río de América del Norte vivía una nutria que era la número uno en natación. Pero en su última competición se había golpeado con una enorme piedra la cola, y había llegado la última en la carrera, empatando con el pequeño caballito de mar.
-No te entristezcas nutria, yo siempre pierdo porque soy el más pequeño, y aún así me lo paso bien compitiendo- le explicó el caballito de mar.La nutria pensó que no era justo perder por ser pequeño, además seguro que si el caballito de mar se entrenaba también podía ganar. Y eso fue lo que le propuso. Entrenar para ganar la gran carrera de primavera que se celebraba dos semanas más tarde. Al caballito de mar le pareció una idea genial. Y los días posteriores se levantaban pronto para correr con los tiburones, después de comer se iban a saltar con los delfines y por la tarde iban a la playa con los cangrejos para entrenarse andando hacia atrás.
Llegó el gran día de la gran carrera de primavera, y el caballito de mar se situó nervioso en el punto de salida y a la de tres salió dando grandes saltos con los que avanzaba muy deprisa, y adelantó al pez payaso, al pez raya, al pez espada y a la tortuga de mar. ¡Y consiguió llegar el tercero! Después del delfín y la morena.
Todos los animales del mar le felicitaron por su esfuerzo y por haber llegado el tercero ¡se nota que has hecho un buen entrenamiento con la nutria y que te has esforzado! Y por eso le dieron una medalla especial, quizá la que más valía, la medalla al esfuerzo y a la superación. Y el caballito de mar siguió entrando con la nutria y después de un tiempo incluso llegó primero en alguna carrera. Ilustración: Ana del ArenalImprime este cuento