Hace ya tiempo que no soporto leer u oír declaraciones o discursos de Mariano Rajoy, hasta el extremo de que cuando aparece en TV cambio de canal. El hecho de que nunca haya dicho nada que se acerque un poco a la verdad o haya cumplido una sola de sus promesas, y sin embargo sea prepotente hasta el extremo de que no hay ocasión en que no desautorice a sus opositores, me provoca inmensos cabreos cuando lo oigo, también provocados por los muchos votantes que aparentemente se creen sus mentiras.
El que en mi opinión es el tercero de los peores presidentes del gobierno desde que murió el dictador, en orden cronológico después de Darth Vader Aznar y el Zapatero remendón, una vez que en octubre lograra su investidura sin mayoría absoluta ha empezado su nueva letanía de falsedades, incumplimientos y burlas a la ciudadanía de la peor manera posible. Aprovechando que su gobierno había vetado una proposición de Ley para aumentar las pensiones un 1,2% se ha atrevido a recriminar a toda la oposición que quieran acabar con su OBRA por “afanes oportunistas” o “posicionamientos ideológicos”.
Se supone que cuando uno habla de su “obra” se refiere a un hecho extraordinario que después de mucho esfuerzo ha solucionado un grave problema o ha conseguido un logro importante, o sea, lo opuesto a lo que ha hecho el inepto de Rajoy en su primer mandato. Se refiere a su OBRA, con una prepotencia insultante, alguien que cuando se enfrenta a un problema grave en lo primero y lo único en que piensa es donde esconderse y en evitar responsabilidades.
Quizás se refiere a la Ley Mordaza que convierte a España en el primer país occidental en que se sanciona gravemente el acudir a determinadas manifestaciones, o su insistencia en mantener una Ley Hipotecaria que ha sido considerada prácticamente como ilegal por el Tribunal de Justicia de la U.E., o la anulación de la separación de poderes con una Justicia al servicio del gobierno, denunciada varias veces de manera contundente por el Consejo de Europa, o su apoyo incondicional a la gran estafa de las eléctricas y en general a las empresas de servicios-estafa a la española.
Probablemente también considera su gran OBRA el haber sido el responsable junto a su ex –amigo José Mª Aznar del enorme crecimiento del independentismo en Catalunya desde el año 2.000, y el haber hecho lo indecible para empeorar todavía más las cosas, para de esta forma crear la excusa perfecta que justifique la asfixia financiera de la Generalitat, aumentar la discriminación en la construcción de infraestructuras y mantener un servicio ferroviario más propio del siglo XIX en Catalunya, aparte atacar la lengua y cultura catalanas.
Sin duda que Rajoy debe estar muy orgulloso de su gran OBRA al proteger la corrupción y los corruptos, OBRA que realizó con la máxima precisión porque solo faltaría que le pillasen a él.
Pero seguro que al hablar de su OBRA Rajoy se refiere también a la proeza de haber conseguido salir de la crisis, aunque haya sido muy tarde y muy mal.
Cuando en diciembre 2011 Rajoy fue investido presidente del gobierno nuestra Deuda Pública estaba en el 62% del PIB, porcentaje incluso inferior al 65% que se considera el máximo prudente, hoy está en el 101.-% del PIB. Antes de la crisis, en el 2006 nuestra tasa de paro estaba en el 8,26%, en el 2013, en pleno mandato de Rajoy alcanzó el máximo histórico del 26%, solo superado en un 1% por la tasa de Grecia, y desde que en el 2014 se acabó la recesión al aumentar el PIB un 1,4%, interrumpiendose su caída año tras año desde el 2011, la tasa de paro va disminuyendo pero de forma desesperantemente lenta y a fin del 2016 todavía estaremos rozando el 20%, cuando todos los países de la U.E. han recuperado, ya en el 2015, la tasa de paro que tenían antes de la crisis, excepto Grecia y España. Indudablemente también forma parte de su OBRA el que en 2011 la hucha de las pensiones estaba en 66.815 millones y cuando en octubre Rajoy es investido por segunda vez en la hucha solo quedan 15.915 millones y bajando, con el agravante de que el vaciado de la hucha se ha efectuado con nula transparencia y se acusa a Rajoy de haberla utilizado en gran parte para otros fines distintos a las pensiones, como la compra de nuestra propia Deuda Pública.
A este desastre Rajoy le llama su OBRA y en su apoyo Merkel afirma que España camina por una senda muy positiva, pero ninguno de los dos, ni la U.E. se han dedicado a solucionar los verdaderos problemas de la economía española que de hecho nunca han ni mencionado: la corrupción, que para Merkel y la U.E. parece no existir, y una Administración Pública desastrosa cuya ineficacia y sus trámites absurdos, kafkianos y eternos suponen una carga que drena tiempo y gastos a ciudadanos y empresas, pero que además está algo escasa de funcionarios de a pie pero soporta una multitud de altos cargos y asesores, muchos innecesarios, cuya eliminación, junto con el inútil Senado, aportaría fondos suficientes para cumplir todos los requisitos de déficit presupuestario que imponen las medidas estúpidas de Merkel-U.E, a los que parece interesarles muy poco solucionar los principales problemas de la economía del país mientras se efectúen recortes en los gastos sociales con la clara, aunque nunca declarada, intención de destruir el Estado del Bienestar, que parece ser su verdadero y único objetivo.
Claro que si se tiene en cuenta que en el gobierno de Rajoy abundan los miembros del Opus Dei, quizás Rajoy se estaba refiriendo a otro tipo de OBRA.