Roussel, Proust, desmienten la leyenda de la indispensable pobreza del poeta (lucha por la vida, buhardillas, antesalas…). El rechazo de las élites, el no adoptar maquinalmente lo nuevo, no sólo se explica por los obstáculos que el pobre supera poco a poco. Un pobre genial tiene aspecto de rico.
Gracias a su fortuna, Proust vivía encerrado con su universo, podía permitirse el lujo de estar enfermo; de hecho estaba enfermo porque tenía la posibilidad de estarlo; asma nerviosa, comportamiento en forma de higiene caprichosa que conducían a la enfermedad verdadera y a la muerte.
La fortuna de Roussel le permite vivir solo, enfermo, sin la menor prostitución. Su riqueza lo protege. Puede poblar su vacío. Su obra no tiene la menor mancha de grasa. Es un mundo flotante de elegancia, de magia, de miedo.
Jean Cocteau
Nosotros dos Marcel
Notas sobre Proust (regreso de la memoria)
Foto: Raymond Roussel
Previamente, en Calle del Orco:
La literatura me ha producido riqueza, Roberto Bolaño