Toby Valderrama y Antonio Aponte
Cuando los restos mortales del Comandante Guevara y sus compañeros llegaron a Santa Clara, Fidel y el pueblo cubano los recibieron como el “Destacamento de refuerzo” en aquella batalla que Cuba libraba contra el imperialismo, contra el capitalismo. Significaba este homenaje que el Che seguiría luchando mientras existiera un rincón del planeta donde un hombre fuese esclavo de otros hombres, mientras no se erradicara el último vestigio de capitalismo.
Hoy debemos preguntarnos en cualquier homenaje al Che, al recordar su vida, ¿estamos luchando al lado del Che?, ¿está el Che reforzando nuestra lucha?, ¿es nuestra lucha anticapitalista, como condición de dar contenido revolucionario al antiimperialismo? No es valido otro homenaje al Che que la respuesta afirmativa a todas estas preguntas.
El Che no puede ser transformado en una figura sin contenido, que se invoca a conveniencia; el Che es un compromiso que se resiste, con la misma irreverencia con la que vivió, a ser convertido en excusa para aliviar culpas.
Su vida es un antídoto contra la conveniencia, contra el cálculo. Tuvo una visión total del hecho revolucionario, lo fue a todas horas y en todo momento, habló lo que tenía que hablar, no se detuvo en más consideraciones que las de las conveniencias de la Revolución. Fue por esa condición de visionario que enfrentó las desviaciones de la Unión Soviética cuando hacerlo era, sin dudas, un acto de heroísmo; criticó duramente, con hidalguía, dentro de la Revolución Cubana, son legendarias sus polémicas con Carlos Rafael Rodríguez enfrentando el Cálculo Económico con su Sistema Presupuestario de Financiamiento: entendía que el Socialismo era ante todo un problema de conciencia, y junto a Rosa Luxemburgo rechazaba que fuera sólo un asunto de repartición, “de cuchillo y tenedor”. Educó a los revolucionarios del mundo en la necesidad de criticar, sin miedo, como condición indispensable para la salud revolucionaria.
Se volcó a la América, su Patria, a luchar, como lo dijo en su diario, “contra las oligarquías y contra los dogmas”; sintió en sus talones el costillar de Rocinante, y en su alma la ingratitud de los que se decían revolucionarios. Allá a la selva boliviana llegó la mano que le cobraba su posición en contra de la desviación Soviética: se le privó del apoyo que merecía.
Hoy, en condiciones muy difíciles, celebramos al “Destacamento de refuerzo”, lo necesitamos como nunca. El mundo se sumerge unánime en el capitalismo, no hay resistencia, no hay revolución, salvo pequeños núcleos nacionales de heroica resistencia; las ideas revolucionarias, después del asesinato de Chávez, volvieron a las catacumbas que cada vez son más combatidas con el silencio y la negación.
En este paisaje lúgubre surge la figura del Che alentando la batalla, animando a dar siempre un paso adelante, a caminar en la oscuridad y transformarla en la luz de la esperanza. Surge el Che y -como no decirlo- a su lado está Chávez, negándose a ser estatua sin contenido; y está Fidel, siempre al lado de los pobres de la tierra como le enseñó Martí.
¡¡Vivan El Che, Chávez y Fidel!!
elaradoyelmar.blogspot.com